#CoruñaCamiña es el hashtag con el que se enorgullece el concejal Díaz Gallego en las redes sociales. A la vista del último esperpento en las obras en las inmediaciones de la Plaza de Lugo, quizá habría que añadirle un «con cuidado». Porque cuando ha bajado la polvareda de las obras, los vecinos se han encontrado con unos bancos de piedra que desafían cualquier precepto ergonómico y que, más que descanso, suponen un peligro para los viandantes.
Y es que la improvisación y la unilateralidad con la que el gobierno municipal está actuando en los trabajos para la peatonalización del centro de la ciudad no sólo afectado a los vehículos. De los atascos en la zona se pasó primero a la rebelión entre los placeros ante la intención de quitar un carril y más plazas de aparcamiento.
Ahora, cuando están cerca de finalizar las obras que van desde la calle Compostela a la calle Ferrol, los coruñeses se han encontrado con lo que pretenden ser unos bancos que amenazan la integridad de cualquiera que camine por la zona.
Denuncian los vecinos, sobre todo, el diseño afilado de las estructuras de piedra, que además tienen diferentes alturas en forma de escalón. Más si tenemos en cuenta que se trata de una zona que se prestará, con la nueva configuración, a la presencia de mayores paseando y niños jugando.
Las preocupaciones se centran también en la elección del material. Ya que con la piedra al aire, la comodidad en invierno por el frío y en verano cuando le dé el sol, parece más que cuestionable. Siempre podrán usarse, como apunta de forma irónica otro vecino, para que los ‘skaters’ puedan entrenar…