Desde la dársena a la Torre de Hércules y más allá. La imagen aérea se tomó en el año 1971 y radiografía buena parte de A Coruña en una etapa de efervescencia, un tiempo en el que el ritmo de construcción de viviendas era fabuloso. A finales de los sesenta se terminaban veinte pisos al día en la provincia, la mayor parte de ellos en las ciudades. El aluvión llegaba, sobre todo, a otras zonas que no salen en la imagen, pero en ella también se aprecian espacios en obras.
Zalaeta era uno de ellos. Allí se levantaban dos acuartelamientos militares. El más antiguo lo había erigido el contratista y asentista Francisco Antonio Zalaeta en 1763. Dos siglos después el ayuntamiento decidió urbanizar la zona, de preciado valor por su proximidad al mar del Orzán y también al centro de la ciudad. Brotaron entonces cooperativas de profesionales que adquirieron suelo en ese entorno y promovieron nuevas construcciones. Pero en 1971 todo estaba en pañales y apenas se aprecia movimiento en el entorno del barrio chino. Allí se construía un instituto.
A finales de 1969 se planteó la necesidad de un instituto para la zona. Los chicos de Monte Alto o la Plaza de España acudían entonces a estudiar el bachillerato a la Plaza de Pontevedra y, sobre todo, al Instituto Masculino, en Ciudad Escolar. Se hacía preciso un nuevo centro y se proyectó uno con capacidad para 1.500 alumnos, que durante más de una década se tuvo que compartir con la Escuela Oficial de Idiomas.
El instituto abrió sus puertas el 6 de noviembre de 1972. José María Barreiro Suárez, un mítico docente conocido entre el alumnado como Piloto fue su primer director. La urgencia obligó a que todo se abriese manga por hombro y para acoger a apenas 400 alumnos de tercero a sexto de Bachillerato. Pocos meses después se instauró BUP y COU y Zalaeta, el instituto y el barrio, tomó vuelo. En 1975 el claustro de profesores elevó al ministerio dos propuestas de nombres para el instituto, Alfonso Rodríguez Castelao o Ramón Menéndez Pidal. No hubo sorpresas, se eligió la segunda opción.
Si fijamos la mirada más allá de Zalaeta observamos el matadero, que estuvo vecino al mar hasta que en 1990 se trasladó para ubicar en el solar el Hotel María Pita y abrir aquel espacio a un nuevo paseo marítimo. La misma suerte corrió el histórico asilo de ancianos de las Hermanitas de los Desamparados, derribado en 2001 tras una agria polémica y una fuerte movilización vecinal.
Ya cerca de la Torre se levanta el monumental y hormigonado templo la iglesia de San José, construida entre 1966 y 1968 y con una capacidad para 1.200 personas y una superficie en planta de más de 900 metros cuadrados. El cardenal de Santiago, Quiroga Palacios, acudió a su inauguración para concelebrar el 19 de marzo y espetó en su homilía a los presentes: “Decid a vuestros convecinos que ha nacido un nuevo hogar en la barriada de San José”. En realidad estaba en Monte Alto. Si allí mismo se hubiera subido al seis y llegase hasta su última parada estaría en San José, justo al otro lado de la ciudad.
Volvamos al primer plano de la imagen para observar los varaderos de la dársena, estampa de la ciudad hasta que en 1991 se trasladaron a Oza. Vecina a ellos se ubicaba la parada de los autobuses que conectaban el centro de la ciudad con el área metropolitana. La arboleda de Puerta Real, con la oficina de Información y Turismo ejercía de pulmón en la zona. También en María Pita había árboles. Y coches. Entonces la salida natural en cuatro ruedas desde Monte Alto y la calle de la Torre se efectuaba a través de la bajada por la cuesta de San Agustín, avanzaba por un lateral de la plaza y desembocaba en Riego de Agua para transitar hacia la Marina.
Ya era una Coruña en color.