“Compañero, no tienes la palabra”. Inés Rey zanjó con potestas, pero sin auctoritas la petición de democracia interna en la agrupación socialista coruñesa. Encima de la mesa estaba la lista de candidatos para las próximas elecciones municipales, convenientemente filtrada 24 horas antes tras la reunión de la Ejecutiva en lo que muchos militantes entendieron como una falta de respeto a la asamblea. No fue la única. Por primera vez en la historia a los afiliados socialistas de A Coruña se les impidió votar y eso que sólo se había presentado una lista. Muchos de ellos se fueron de la sede de Zalaeta entre el desánimo y la frustración. En los corrillos se plentearon diversas alternativas a tomar ante lo sucedido, la primera de ellas pasa por una impugnación colectiva de la lista aprobada, por “aclamación”, ante el Comité Federal del partido.
Todo sucedió en apenas un cuarto de hora y en una sesión a la que se impidió el acceso de los medios de comunicación. Inés Rey tomó la palabra para aludir a la renovación (entre los nueve ediles en los que sostiene su precario gobierno apenas dos, Esther Fontán y la silenciada Eva Martínez Acón, no repiten) y a la asunción de unos nuevos valores. Pidió fortaleza y unidad la alcaldesa antes de que tras su intervención le pidieran la palabra. Y ahí la negó para que se procediese de inmediato a votar la lista presentada por aclamación.
Fue entonces cuando se armó el cisco. En las primeras filas los afines de Inés Rey se levantaron a aplaudir, pero en la sala había poco más de 100 de los 580 militantes socialistas y empezaron a brotar las voces para pedir que alguien sacase una urna que recogiese votos o que, al menos se pudiese ejercer ese derecho a mano alzada. Democracia, en definitiva.
“¡La gente quiere votar, la gente quiere hablar!”, clamaba la militancia de un partido en el que la alcaldesa se hizo hace un año con la secretaría general en unas elecciones en las que Eva Martínez Acón obtuvo el 37% de los apoyos. Todo ese sector de la militancia se ha quedado sin representación en la candidatura a las elecciones municipales y, lo que es peor, sin voz ni voto. Se invocaron los estatutos, pero no hubo caso. Tras considerarse aclamada, Inés Rey cogió el abrigo y el bolso y se dirigió a un despacho rodeada de sus pretorianos, entre ellos Lage Tuñas, Yoya Neira, Francisco Dinís Díaz Gallego o el promocionado exconcejal del BNG de Ordes, Gonzalo Castro, que desde la jefatura del gabinete de la alcaldesa da el salto al ruedo electoral. Ninguno dejó rastro de lo sucedido a través de sus redes sociales, ni siquiera el habitualmente prolífico edil de Urbanismo. Tampoco las cuentas del partido informaron en toda la noche sobre la asamblea. Sí dejaron rastro otros militantes, preocupados por la deriva de una agrupación social que bastantes de ellos consideran secuestrada.
Las palabras subieron de tono en el final de la ópera bufa escenificada en Zalaeta. “Nos hemos enterado de la lista por la prensa”. “Si no nos dejan votar, nos vamos», protestaron decenas de afiliados socialistas que pagan sus cuotas. Encerrada, Inés Rey esperó a que se amainase la situación antes de marcharse. Tardó un rato porque las discusiones se sucedieron e incluso Esther Fontán enardeció a los más revoltosos con el poder tras dejar una sentencia: “Eso que está ahí (señalando la sede del partido) es nuestro. No nos lo pueden quitar”.