Un día se dio cuenta de que la universidad pública, la que era su casa, no le iba a permitir desarrollar el modelo educativo que tenía en su cabeza. José Venancio Salcines Cristal (A Coruña, 1965) economista, empresario y profesor universitario, lidera el proyecto más avanzado de universidad privada en Galicia, mientras ejerce como director general del Centro de Estudios Superiores Universitarios de Galicia (Cesuga) y presidente de la Escuela de Finanzas. Uno de los proyectos en los que trabaja está relacionado con el futuro del sector forestal y también lleva a cabo acciones filantrópicas a través de la fundación que lleva su nombre. Pero lo que realmente acapara sus esfuerzos es esta ambiciosa iniciativa. Cinco tomos presentados ante la Xunta de Galicia hace unos días lo resumen.
Salcines no duda en buscar inspiración en experiencias internacionales que puedan aplicarse en Galicia. Sus referentes están en Asia y en la Universidad de Stanford. Ha conseguido sumar a un grupo de empresarios gallegos referenciales que apadrinan la idea y financiarán su puesta en marcha en A Coruña. Salcines se ilusiona cuando mira al futuro y detalla cuánto de proyecto personal y de vocación hay en tanto trabajo que le ocupa. “El embrión de la universidad es un expediente muy largo y muy complejo de cinco tomos que ya está en manos de la Xunta. En ellos resumimos la propuesta de Cesuga, que es diferenciada y diría disruptiva. Incorporaremos aspectos novedosos para España, aunque no para Europa”, advierte.
¿Cómo definiría este momento que nos está tocando vivir y cuándo cree que lo remontaremos?
Es un momento excepcional y en algunos casos es también un momento profundamente dramático. Hay sectores de la economía como la hostelería, el turismo y el ocio que han sido muy perjudicados. Golpea el doble porque llegamos de una crisis muy larga del 2010, y ahora este momento va a pasar a la historia por los daños. Sobre cuándo remontaremos, ahí no hay dudas: la remontada arranca este verano. Auguro además que lo va a hacer con mucha fuerza. El futuro que nos espera va a ser cada día mejor; estamos ya en el punto de inflexión, a centímetros de la salida del túnel. Vamos a pasar de un momento de depresión a la euforia, y posiblemente podremos estar en una situación más estable, con los pies en el suelo, a partir del año 2023.
Justo en este momento se vuelve a poner encima de la mesa el proyecto de la universidad privada, que ya lleva tiempo en su cabeza, ¿cómo de cerca está de convertirse en realidad?
Ahora el proyecto ya tiene más visos de realidad porque el expediente ya está presentado. Queremos ser diferentes. Incorporaremos aspectos novedosos para España, aunque no para Europa. Por ejemplo, los grados duales, en los que el último curso se desarrolla en las fábricas, en las empresas. Esto en estos momentos solo lo hace Mondragón en España y hay alguna experiencia en Cataluña. Nos pondríamos a la cabeza, en España, en el modelo de universidad dual. También proponemos doctorados industriales, que suponen crear matrimonios perfectos entre empresa y universidad, porque se investiga lo que de verdad es de aplicación para la industria. Con esto, la transferencia de conocimiento es perfecta. Habrá también un área potente de tecnología y el área de salud se desarrollará con el Grupo Quirón. Tendremos un grado en Enfermería, otro en Ciencias Biomédicas y queremos crear un grado de Gestión Sanitaria, que no existe aún en España, pero que se ha demostrado que es una formación clave como hemos visto con la pandemia. Si todo avanza conforme a los plazos previstos, en 2024 tendremos el proyecto en marcha para que los estudiantes empiecen el curso.
El momento coincide también con los avances del proyecto universitario de Abanca, ¿cómo influye en el proyecto de Cesuga?
El proyecto de Abanca no ha influido demasiado. Sí el hecho de que haya ido abriendo un poco el camino, porque nos permite guiarnos en el tema de los plazos. De hecho, 2024 es un extrapolación de los plazos que le han dado a ellos. Respecto a las propuestas son muy diferentes. Entendemos que la propuesta de Abanca es más corporativa, orientada a las necesidades del banco, que también es algo muy valioso. Pero el nuestro es otro modelo, es por Galicia. Por otro lado, Abanca en principio va a estar en Vigo, y la propuesta de Cesuga la centraremos en A Coruña. Se crearán dos polos complementarios y con propuestas diferentes, en áreas diferentes. Creemos que hay espacio para todos, y lo que queremos es que a ellos les vaya muy bien.
Uno de los mayores esfuerzos ha sido el de ir creando alianzas e involucrando a otras empresas gallegas, ¿cómo ha sido ese proceso, cómo les has convencido?
Ahora mismo hay muchas compañías que apoyan el proyecto, pero yo siempre aclaro que no es que apoyen al Cesuga sino a sus objetivos. En ese sentido, si fueran otros quienes impulsasen estos mismos objetivos, creo que también los apoyarían, porque lo que quieren impulsar es el tipo de formación, que se adapte a las necesidades empresariales. Cuando les llamo les digo: esto es por Galicia. Cuando les presento el proyecto les hablo de Galicia, pero también de Asia. Hay universidades en Indonesia, Malasia, Corea del Sur, en ciudades de tamaño similar a A Coruña que están a la cabeza del mundo y lo han conseguido gracias a un matrimonio entre administración, sociedad civil y empresas. Eso aquí cuesta conseguirlo porque todo el mundo va por libre. Lo que he planteado es ¿queremos estar ahí, queremos hacer lo que ya se hace en Asia, creando una universidad de prestigio, o queremos quedarnos con el discurso derrotista europeo? Y muchos empresarios a título particular han decidido apoyar. Nos han dicho: vamos a por ello, apostamos por hacer algo grande. Creo que hay una unidad empresarial muy potente, y lo que toca es que la administración también lo apoye. Ahí tenemos un reto porque en España no está bien visto que desde la administración se apoye a una universidad privada.
¿Qué aporta su visión polifacética de empresario y profesor, involucrado en varios proyectos?
La reflexión que hay detrás es: ¿dónde queremos que esté Galicia? Parece que nos va bien, pero el mundo está cambiando y va a una velocidad muy alta. Tenemos que ponernos las pilas. Si creemos que estamos en el primer mundo quizás nos estemos equivocando. Estamos en el primer mundo turístico, pero si lo que queremos es realmente crear un polo de atracción a nivel mundial, tenemos que trabajar lo intangible. Galicia tiene que auparse en el conocimiento, tenemos el músculo y el tejido empresarial suficiente para crear un proyecto muy potente. Lo que hace falta es coordinarnos, no tenemos hábito de trabajar en grupo y esa es una carencia.
Parece que a veces no somos conscientes del nivel de nuestras empresas y del potencial de Galicia, ¿qué más hace falta?
Tenemos empresas espectaculares haciendo cosas por el mundo y empresarios de primer nivel mundial. Y ya no hablo solo de Inditex, que es algo extraordinario. A veces ni siquiera conocemos lo que hacen y no habíamos conseguido vertebrarlas. Hay una nueva generación de empresarios que quieren dejar huella, quieren dejan un mensaje de su tierra. Y además nos duele tener 6.000 gallegos estudiando en Madrid. Hay una fuga permanente de talento. A lo mejor más de la mitad no vuelve, hacen allí el máster, encuentran trabajo, pareja.. Nos estamos descapitalizando. Al final este proyecto va de retener talento, y a partir de ahí el objetivo es ir desarrollando un marco para el emprendimiento. Nuestro modelo es el de Stanford. Queremos formar a hombres y mujeres líderes, capaces de impulsar el tejido empresarial. No buscamos una universidad de tecnólogos, de técnicos o funcionarios, para eso ya están otros. Nosotros nos centraremos en formar a personas con ambición de país, que allá donde vayan sean tractores, con espíritu de crecimiento, y sobre todo que trabajen por Galicia.
Conociéndole, en esta nueva universidad también habrá becas para ofrecer oportunidad a más alumnos.
Esto ya funciona en el Cesuga, los alumnos brillantes estudian gratis la carrera entera. Tenemos cinco plazas becadas por curso que se otorgan en función de los resultados académicos. Si demuestras con tu expediente académico que eres sobresaliente no pagas nada. Pero no vamos a mirar la renta, solo su expediente. Tenemos un nivel altísimo en nuestras aulas, tenemos una media de nueve en muchos alumnos. Queremos a los mejores alumnos, y eso nos permite tener un nivel muy potente.
¿Cómo ha visto a sus alumnos durante la pandemia, qué consejos les han dado en estas circunstancias?
Los estudiantes están buscando siempre volver a las aulas. La formación ha continuado de forma virtual sin inconvenientes, pero Cesuga es un espacio que tiene mucha vida interior. Ya hemos podido regresar, y afortunadamente hemos tenido poquísimos casos de covid-19 entre los alumnos y entre sus familias. Para orientarles, especialmente en estos momentos difíciles, tenemos un departamento de apoyo formado por varios psicólogos, que acompaña a los alumnos en su itinerario desde que se incorporan nuestros centros, para ir amoldando la formación a sus objetivos. Esto nos lleva a tener un nivel de inserción laboral altísimo tanto en la Escuela de Finanzas, el Cesuga o el programa de formación para desempleados.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir en su juventud?
Me dieron un consejo al que la verdad no hice caso. Me dijeron que no me fijara demasiado en el primer sueldo, sino en lo que fuera a aprender en mi primer puesto. Al licenciarme me ofrecieron varios puestos, elegí el que me daba un mayor salario y en poco tiempo me di cuenta que sería el peor trabajo de mi vida. Ignoré ese consejo, pero me sirvió para aprender y ahora siempre se lo digo a todos, que estén atentos a qué formación y perspectivas de crecimiento va a tener en esa empresa, porque el primer trabajo te determina los siguientes.
¿Cuáles son sus objetivos a medio y largo plazo?
Mi objetivo a medio plazo es construir una Galicia mejor. Ya no tengo objetivos económicos, esos ya los he cumplido. Lo que quiero es dejar algo a mi país, a Galicia. El día que me vaya al otro mundo quiero poder pensar que he dejado algo decente detrás. Hay muchas vías para actuar en el territorio pero la educación me parece una de las más relevantes. Mi meta es dejar una universidad que genere respeto y admiración, una Galicia mejor.
¿Cuál será el titular en 2024?
Lo que abrirá en 2024 será un proyecto ambicioso. Creo que diremos que nace un proyecto arraigado, con un discurso social importante, con un programa de becas potente. Si llegamos a puerto, eso lo tendremos que ver en 2034. No vamos a salir con todos los grados el primer curso, tendremos cuatro años para desplegar la totalidad de los títulos, que serán 20. Somos como un adolescente, estamos creciendo, pero ante un proyecto muy ambicioso y desarrollando el músculo necesario para conseguirlo.