No son buenos tiempos para la música, pero 2021 no es un año cualquiera para la coral polifónica El Eco. Cumple 140 años desde que fue fundada por el compositor del himno gallego, Pascual Veiga, y pasó momentos mejores o peores, pero sin dejar nunca de ensayar y actuar en A Coruña. Pedro Martínez Tapia (A Coruña, 1984) es cantante lírico y su director desde hace siete años, aunque El Eco es desde hace muchos años su casa. Tiene 36 años y lleva más de 25 vinculado a la coral más longeva de Galicia y probablemente de España. Ha traído aires renovados de música gallega tradicional al coro, y espera poder celebrar este redondo aniversario cantando en A Coruña como se merece tal hito.
¿Cómo han sido los últimos meses para El Eco?
Ha sido muy complicado, como para todo el mundo. Nuestra actividad fue señalada rápidamente como de muchísimo riesgo, porque si hablando ya se desprenden gotículas, cantando muchísimo más. Además de eso, fue catalogada como una actividad no esencial. Fuimos apuntados por el riesgo, y la verdad es que lo dábamos por hecho y fuimos los primeros en paralizar la actividad.
Luego, cuando en mayo la situación mejoró, dimos la posibilidad de volver a recuperar la actividad y pusimos en marcha todas las medidas de seguridad. Me di cuenta de que se apuntaba el 80% del coro y eso me hizo pensar mucho en la catalogación como actividad no esencial, porque entendí que para muchas personas cantar sí que era esencial. Les daba un reposo o una tranquilidad, que es lo que se ahorraban en psiquiatra o psicólogo.
¿Cómo se llevan estas medidas de seguridad que impone la situación de pandemia?
En vez de metro y medio, cantamos a dos metros de distancia. Hemos reducido el tiempo de ensayo y entre los grupos dejamos media hora o una hora para la aireación del espacio. Además, instalamos renovadores de aire y siempre cantamos con las puertas abiertas, amenizando la tarde a todos los que pasan por la calle Pontejos. Ahora hacemos ensayos 10 personas, cuando habitualmente solíamos estar 50.
Durante el periodo en el que teníamos prohibido cantar, nos dedicamos a dar un curso de lenguaje musical. Nuestro coro es de cantantes amateur, y me pareció una oportunidad para aprovechar el tiempo y aprender un poco más sobre cómo leer una partitura. También hicimos cursos de técnica vocal por microgrupos de 3 personas. Ha servido para mejorar muchísimo a nivel de técnico, porque cuando no podemos cantar juntos, aprendemos.
¿Cómo ha sido el regreso, con el coro dividido?
Ahora mismo están viniendo quienes se sienten cómodos y seguros para trabajar, en torno a 37 personas. Hacemos ensayos seccionales y solo de una cuerda: tenores por un lado, altos por otro, bajos y sopranos, cada uno por su lado. Hemos cambiado la forma de orientar el trabajo porque ya no se pueden juntar. Lo cierto es que se echan muchísimo de menos los unos a los otros. Si uno de los grupos de ensayo tarda en irse y a la media hora empieza a llegar al siguiente turno, cuando se cruzan se produce una sensación extraña, de alegrarse mucho por saludarse pero a la vez de tristeza por todas las veces que no se ven.
Los integrantes del coro han podido coincidir muy poco, nos reunimos el pasado verano para conciertos al aire libre y en diciembre celebramos el concierto de 139 aniversario en el Colón. Ahí sí que nos pudimos ver, también en algunos ensayos previos que hicimos en los Capuchinos. Nos cedieron el espacio por ser muy amplio, se portaron fenomenal con nosotros, ahora que además están pasando un momento complicado.
¿Fue posible mantener la agenda de conciertos?
Los coros se mantienen en gran medida gracias al apoyo del gobierno local, con un convenio que incluye la celebración de varios conciertos al año. La verdad que la Concejalía de Cultura se portó de maravilla y pudimos hacer de todos los conciertos que teníamos previstos, adaptando los lugares para que fuesen al aire libre. Pudimos mantener las actuaciones ordinarias pero no las extraordinarias como para Navidad, Semana Santa, eventos, bodas… Estamos deseando reanudar la actividad. El año fue atípico, pero no por ello un mal año. Fue diferente, y aprendimos cosas que habitualmente no habíamos contemplado.
¿Cómo está la agenda por el 140 aniversario?
A medida que nos vayan dando un poco de tregua, iremos haciendo lo que podamos. Para nosotros empieza un año muy especial en El Eco, y nuestro deseo es poder hacer los conciertos que teníamos proyectados. La pandemia nos pilló justo cuando estábamos preparando un concierto por la conmemoración de los 800 años de la Universidad de Salamanca.
Llevábamos un repertorio de música gallega con orquesta y por supuesto se canceló el concierto, que iba a ser el inicio de la conmemoración del aniversario. Estaba todo esbozado: conciertos conmemorativos, una exposición y un calendario. Vamos a retrasarlo todo, aunque esperamos poder celebrar este aniversario lo máximo posible. Por ahora somos prudentes, no queremos descartar antes de tiempo. Yo trabajo pensando en el verano y en conciertos al aire libre y esperando que en otoño podamos empezar a volver a los teatros.
Creo que si como sociedad damos un poquito más de importancia a la actividad humanística nos irá un poquito mejor
Pedro Martínez Tapia, director de la coral El Eco
¿Está influyendo la vacunación en el regreso de los componentes del coro?
Tenemos que tomar muchas precauciones porque además los coros se componen precisamente de personas que están en el grupo de riesgo. A lo mejor es gente que vive sola y que para ellos el coro en conjunto es algo muy importarte en su día a día, por eso también queremos ir dando un poco de vidilla. Nos solemos quejar de que los coros se componen de mayores, que hay pocos jóvenes, pero ahora es una suerte porque ya está el 80% del coro vacunado. Somos algo así como un rebaño inmunizado. Veo esto de forma positiva, porque nos han puesto los primeros en la cola de la vacunación y ahora nos sentimos mucho más seguros.
¿Por qué faltan jóvenes que se sientan atraídos por participar en un coro?
En A Coruña hay bastante actividad coral juvenil, el coro Gaos, Cantabile, la Sinfónica también tiene y también están los conservatorios… Esta ciudad no está tan mal en corales jóvenes. Lo que ocurre es que si desde la educación primaria se está restando importancia a la educación musical es muy difícil que los niños y niñas que tienen entre 6 y 8 años puedan escoger un coro como una forma de divertirse cuando tienen 15 años. La actividad no puede ser más saludable, para la cabeza, la inteligencia emocional… Hay miles de estudios que demuestran que la educación musical mejora todo el resto de aptitudes en los niños.
Creo que si como sociedad damos un poquito más de importancia a la actividad humanística nos irá un poquito mejor. De hecho, estamos trabajando en un proyecto de futuro para conformar un coro joven en El Eco.
Su vinculación con El Eco le viene casi de cuna, ¿no?
Sí, desde los 10 años y ahora tengo 36. El Eco que yo dirijo hoy en día, fundó un coro infantil y yo ingresé en él con 10 años. Luego se produjo la escisión y ese coro se refundó como Cantabile. El Eco perdió su coro infantil, se mantuvo como coro senior y Cantabile continúa hoy en día como coro joven. Cuando regresé a A Coruña tras estudiar mi carrera de canto en Madrid, volví a El Eco, primero como subdirector y después como director. En el coro han cantado un montón de familiares míos. De hecho mi padre ahora mismo está en el coro. Él ya estaba antes de que llegara yo como director.
¿Cómo es eso de dirigir a su padre, le pone nota?
Espero que la nota sea buena, (risas). Me puedo cobrar las broncas que recibí de niño ahora como adulto. Si no afina bien, si no se mantiene firme en los ensayos, tengo una licencia estupenda (más risas). Eso sí, mi padre es muy prudente y nunca hace injerencias en mi labor de director. Evidentemente comentamos cosas, pero como con cualquier otro. En ese sentido lo hace especialmente bien y es muy cuidadoso con eso.
¿Cómo es ahora el repertorio favorito de El Eco?
Esto ha ido cambiando desde que dirijo el coro. Es un coro que ha hecho ópera en A Coruña toda la vida, con muchas funciones de ópera a la espalda, y empezamos haciendo eso. Poco a poco hemos ido dándole un lugar preferente para la música polifónica gallega, que hay mucha y muy buena. Tanto es así que hasta creamos un festival, el Encuentro de Polifonía Gallega de Pascual Veiga. De hecho, antes hablábamos de los proyectos para los próximos meses, y el proyecto más inminente que tenemos es que después del verano podamos retomar este encuentro de polifónicas gallegas, en el que invitamos a los coros, y que se suele celebrar en el Rosalía. El año pasado tuvimos que suspenderlo.
La creación de este encuentro nos llevó a grabar un disco de polifonía gallega. Era un repertorio del que yo, quizás, estaba un poco lejano, y me siento muy contento de haber redescubierto esa música tradicional, canciones de toda la vida, de las que todo el mundo conoce, tratadas con mucho cariño. Sí que es cierto que a veces en este país somos un poco esquivos con nuestra propia identidad o lo que tenemos más cerca. A veces no se trata con todo el cuidado, y estoy contento de haberlo reconducido, de darle ese espacio preferente que sin duda se merece.
¿Qué banda sonora le pondría a este momento?
Pues mirando hacia el año que dejamos atrás, quizás Negra Sombra, pero mirando para adelante no sé, tengo que pensar…
¿El Aleluya?
(Risas) Sí, eso seguro, para adelante con el Aleluya de Häendel. Buscaría en todo caso algo más animado. Podría ser Os teus ollos, por aquello que es lo único que nos vemos desde hace un año.
Una curiosidad, ¿hasta qué punto molesta o interfiere cantar con mascarilla?
Con la mascarilla la voz tiene la interferencia de una tela, es como tocar un piano con una sordina. El problema más gordo es cuando, al coger aire, la mascarilla se mete para dentro y la sensación de angustia es mayor. Hemos probado de todo para tratar de evitarlo, alguna mujer hasta probó a utilizar aros de sujetador. Eso se puede evitar en cierta medida con una FFP2, pero ahí la sensación de ahogo es mayor.
Pero, volviendo al principio de la entrevista, la actividad es tan esencial para ellos que aún teniendo todas esas trabas la gente sigue viniendo. Vienen y se ríen. Yo intento que se se rían mucho, con todas las herramientas que nos da la música. En estos tiempos tan oscuros, creo que la música es un báculo en el que podemos apoyarnos. Y creo también que el humor es lo que nos va a salvar como sociedad; la gente que viene al coro se ríe y ve la vida a través de risa. No pedimos que nos dejen cantar sin mascarilla, con que nos dejen cantar al aire libre, es suficiente.