Las costas británicas y las coruñesas están separadas por unas 150 leguas marinas pero las idas y venidas en ese mar que nos une ha estado llena de momentos históricos que alimentan una conexión especial. Desde la espantada de María Pita a los soldados de Drake -atacados por sorpresa y sin piedad- a la retirada de Elviña y la imborrable figura de Moore.
Declarados enemigos
Lo cierto es que la historia de la relación no empezaba nada bien. La Armada Invencible hizo la última parada en A Coruña en 1588 antes de poner rumbo a Inglaterra. El temporal ya avisaba de que no iba a dar tregua y se cumplieron los peores presagios: de las 127 naves que partieron regresaron la mitad.
Al año siguiente, en 1589, María Pita empuñando la lanza contra la expedición de Drake representó la venganza de todo un pueblo. En su figura se encarnó para siempre el valor de las mujeres coruñesas, que subidas a las murallas empezaron a tirar piedras, encarando sin temor al que entonces era declarado enemigo. Los ingleses, con Drake a la cabeza, regresaron a Inglaterra después de haber protagonizado una de las más épicas escenas de la historia de la ciudad.
El caso es que la lección de María Pita fue devuelta con la misma o incluso mayor potencia que la del temporal que acabó con la expedición de la Invencible. Tras el periplo por A Coruña, de los 180 barcos y 27.667 soldados que habían salido solo regresaron 3.722 hombres a pedir su paga de vuelta a Reino Unido, según detalla el historiador Luis Gorrochategui en su libro Contra Armada.
El primer servicio de Correos entre Inglaterra y España fue entre Coruña y Falmouth
Tras el conflictivo siglo XVI, las relaciones británico-coruñesas se estabilizaron en torno a una estrecha relación comercial. A Coruña sería el puerto elegido para el primer servicios de Correos entre Inglaterra y España a partir de 1689. Una decisión en la que pesó la corta distancia que le separaba del pequeño puerto de Falmouth a sur de Inglaterra, pero también que el recorrido entre ellas se mantuviese alejado del radio de acción francés.
La batalla de Elviña y la figura de sir John Moore, el acontecimiento que selló para siempre un vínculo especial
Fue probablemente la más honrosa huida de la historia. Con las tropas francesas pisándoles los talones, Moore dejó de ser el valiente general para convertirse en un héroe protector que murió por poner a salvo a los suyos, permitiendo sus tropas embarcasen en el puerto de A Coruña y regresasen lo más enteras posible a casa.
Herido de gravedad, a Moore lo trasladaron a una casa en Los Cantones donde no pudieron hacer nada por salvarlo. El 16 de enero de 1809 moría el general en A Coruña y nacía la leyenda. La ciudad le regaló un lugar privilegiado, un rincón de la Ciudad Vieja con vistas al puerto y a los pies del Archivo del Reino de Galicia, en el que descansar para siempre.
Señal del hermanamiento son también las placas grabadas con versos dedicados a Moore enmarcando su tumba en el Jardín de San Carlos: los de un poeta irlandés, Charles Wolfe, y la más célebre poetisa gallega, Rosalía de Castro. Ambos le homenajearon con sentidas letras y el poema de Wolfe, además de escrito en piedra en A Coruña, estuvo durante décadas en los libros escolares británicos y los ingleses de buena memoria, como el guitarrista del grupo Radiohead, Edward O’Brien, lo recitan de carrerilla cuando se acuerdan de su tierna infancia.
Una tumba en los Jardines de San Carlos
“Lo dejaron solo con su gloria”, termina el poema de Wolfe. En realidad no lo dejaron tan solo, ya que a lo largo de los años se han sucedido infinidad de visitas de sus compatriotas a su tumba coruñesa con homenajes y flores y salves a la Reina. Es una visita obligada para las fragatas británicas que hacen escala en el puerto coruñés; la tripulación desembarca y acuden a dejar su ofrenda floral a los pies de su tumba.
En 1984, una representación de los Green Jackets (infantería del ejército británico) viajaba hasta A Coruña con una única misión: revivir el itinerario de las tropas de Moore desde Sahagún hasta A Coruña, tratando de escapar de la presión de los franceses. En total fueron 22 días caminando, para llegar a Elviña, y cómo no, terminar en torno a la tumba de Moore.
La consagración de la vinculación entre Reino Unido y A Coruña se produjo con la visita, en julio de 1999, del duque de Gloucester, coincidiendo con el 190 aniversario de la batalla de Elviña. En ella se recorrieron los lugares en los que se desarrolló la batalla y terminó (también) ante la tumba de Moore, repitiendo el mismo esquema de la visita del futuro rey Eduardo VIII en el 125 aniversario celebrado en 1931.
Justo un año después de la visita del primo de la reina Isabel II, el alcalde Francisco Vázquez recibía la medalla de caballero del imperio británico. En ello tuvo un peso importante la labor por mantener viva la memoria de Moore, e incluso de convertirlo en un personaje más de la ciudad. De hecho, la ceremonia de imposición de la medalla tuvo lugar por deseo del alcalde ante la propia tumba de Moore, y fue presidida por el embajador del Reino Unido en España.
Corunnas repartidas por el mundo
Precisamente el maestro de ceremonias en aquella ocasión, Mark Guscin, se dedicó a recopilar el impacto de Coruña en la historia británica, y curiosamente encontró su mejor reflejo en los mapas. Este coruñés de adopción, nacido en Reino Unido, plasmó en el libro “Las Coruñas del mundo, el rastro de nuestra ciudad en los cinco continentes” un puñado de ciudades que se llaman Corunna en honor de la ciudad herculina.
El historiador y traductor ve en esa proliferación de Coruñas por el mundo adelante, el reflejo de la fascinación tras la “heroica retirada” de Elviña. A lo largo y ancho de todos los países que conforman la Commomwealth, se reparten Corunnas en los mapas. Hay una Corunna en Michigan, otra en Canadá (que de hecho aspiró a ser la capital del Estado) y además de ciudades, Corunna también ha dado nombre a lagos, bahías, calles, y hasta a compañías de software o escuelas públicas en EE.UU.
“La conexión por Sir John Moore sigue muy viva, al menos hasta el Covid. Mucha gente viene de vacaciones o de crucero para dejar unas flores en su tumba, su nombre sigue muy vivo, igual que el de la ciudad de A Coruña en el Reino Unido. Conozco a personas que llevan más de veinte años viniendo cada 16 de enero a rendirle homenaje, ojalá que la tradición no se pierda”. “A veces como enemigos y a veces como aliados, la relación de A Coruña con el Reino Unido siempre ha sido muy estrecha”, zanja el historiador.
Esperemos que ni la falta de vuelo directo, ni el Brexit, ni el Covid hagan mella en esta romántica historia mutua, y que pronto vuelvan esas coronas de flores de algún nostálgico turista británico.