Prácticamente la mitad de los alumnos en edad escolar de A Coruña estudian en centros concertados o privados. Llevan dos años a la espera de que el concejal responsable de educación les reciba o a que alguien les explique el motivo por el que se discrimina a las familias que envían a sus hijos a esos colegios. Porque el presupuesto municipal para actividades extraescolares destina 404.000 euros de los fondos que deberían estar a disposición de todos los coruñeses para apoyar a las familias que envían a sus alumnos a la red pública. Nada que reprochar si no fuese porque el que se destina a las familias de la concertada es de cero euros.
Los recursos del Ayuntamiento son de todos y el derecho a disponer de ellos no debe conocer de diferencias. Los gobiernos gestionan para todos, también para esas familias que hacen un esfuerzo para elegir la que consideran mejor opción para educar a sus hijos y que también tienen derecho a acceder en las mejores condiciones al transporte escolar o a actividades que resultan útiiles no sólo a nivel formativo sino también para conciliar la vida familiar y profesional.
El disgusto y el malestar alcanza a la Federación Provincial de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Colegios Concertados y Privados de A Coruña que observa con frustración como desde el ayuntamiento no sólo no se les recibe sino que se desatiende de manera arbitraria cualquier tipo de enmienda para mejorar o solicitar nuevos convenios. El ninguneo llega al punto de que las arcas municipales aportan dinero para sufragar a los trabajadores de la federación de Anpas de colegios público, pero los rectores de María Pita se niegan a firmar un convenio que aporte una mínima ayuda a las Anpas de los colegios concertados.
El ayuntamiento discrimina al alumnado de la ciudad según sea la titularidad del centro elegido libremente por sus padres: los centros concertados y privados parecen merecer menos derechos que los públicos. Incluso sus profesores se vacunan después.
La pluralidad del sistema educativo, garantizar la igualdad de acceso a todas las oportunidades, es clave en una sociedad democrática y cada vez están más instalados en ciertas administraciones tics sectarios que demuestran el desprecio más absoluto hacia la mitad del alumnado y sus familias.
El olvido es tal que incluso en ocasiones propician episodios como el sucedido esta semana con la creación del Consejo Municipal del Deporte. El ayuntamiento convocó a bombo y platillo a entidades sociales, vecinales, empresariales y, por supuesto, deportivas. Anunció que uno de los vocales en el Consejo sería una persona representante de la Federación de Anpas de la ciudad. Pero nadie invitó a una federación, la de centros concertados y privados, que representa a madres y padres de la mitad de los alumnos de A Coruña. Familias que pagan sus impuestos y contribuyen a nutrir las arcas municipales.
En todo caso, tras el error garrafal, la reacción de los responsables de la Concejalía de Deportes, con la edil Mónica Martínez a la cabeza, fue ejemplar. Se pusieron en contacto con la federación olvidada, ofrecieron disculpas y explicaciones. Los centros concertados se incorporarán al Consejo Municipal de Deportes. Quizás Jesús Celemín, concejal de Educación, Memoria Histórica, Innovación, Industria y Empleo podía tomar nota. Quizás el batiburrillo al que atiende en su concejalía alerta sobre el cajón de sastre donde guarda las cuestiones educativas este gobierno municipal.