Uche Agbo fue uno de los siete fichajes galácticos con los que Fernando Vidal y su clá se presentaron en enero del 2020 para justificar las urgencias en desalojar de la presidencia con unos modos más que discutibles al entonces presidente, Paco Zas. Apoyados por Abanca, Vidal y su entonces alter ego, Juan Carlos Rodríguez Cebrián, forzaron las revocaciones por cooptación de los anteriores consejeros y anunciaron una revolución en la plantilla.
Uno de los jugadores que llamaba la atención por nombre y currículum era Uche Agbo, con experiencia en Primera División y un sueldo de galáctico para lo que se suponía una economía maltrecha: unos 600.000 euros, según diversas fuentes, por media temporada, y algunos premios individuales. El rendimiento de Agbo fue escaso en minutos (504 en total), pero dejó algunas pinceladas de ilusión en la parroquia blanquiazul. Richard Barral, con una agenda de contactos limitadísima, recurrió al nigeriano para complacer a su agencia de cabecera, Promosport, incapaz de encontrarle nada mejor que un Segunda B en España. Y le firmó un contrato de cuatro años, una hipoteca.
Una vez más, como con tantos otros fichados por catálogo, de oídas o por referencias, los vídeos de highlights de Uche no se hicieron carne, pero por delante le quedan ahora tres años de contrato con un elevadísimo salario para la categoría de bronce del fútbol español e incluso para Segunda, más si cabe en tiempos de pandemia. Ahora el jugador sigue en el Deportivo, pero el club le impide salir a entrenar con sus compañeros a la espera de resolver su contrato o aplicarle el Expediente de Regulación de Empleo anunciado.
Abanca ya ha dado muestras de que no está dispuesta a seguir perdiendo dinero a cuenta del fútbol en una categoría en la que, además, no habrá mucha visibilidad y chatos ingresos porque todo lo anunciado por la Federación se va a quedar en la mitad de la mitad. La orden que Juan Carlos Escotet y sus asesores han trasladado a David Villasuso, el CEO del club, y a Antonio Couceiro, el presidente profesional y portavoz del club, es que el presupuesto tendrá que cuadrarse con los ingresos reales, por ejemplo los que aportan los abonados.
Aún así las cuentas no salen. El Deportivo se gastó la temporada pasada más de cinco millones de euros en salarios y las salidas que se han producido hasta el momento son de contratos muy menores, excepto la de Claudio Beauvue. Así que Villasuso ha tenido que ponerse el traje del señor Lobo, a lo Pulp Fiction, e iniciar una limpia en el vestuario para hacer sitio a la tropa de fichajes ya realizados y a lo que pueda venir.
Para ello no llega con prescindir de los salarios de Salva Ruiz, Barritos o Mujaid. Beauvue abrió el camino de los divorcios obligados y su salida no será la única de renombre en Riazor. Borges, otro cliente de Promosport, es el siguiente en la lista negra de Villasuso para conseguir enderezar el despilfarro en el que se instalaron Richard Barral y Fernando Vidal mientras les dejaron disparar con pólvora de Abanca. Y queda Rolan, que de vez en cuando hace apariciones en twitch para confirmar que el Deportivo, bajo el mando de Vidal y Barral, no contestó a una oferta de un club galo que quería hacerse con sus servicios.