En septiembre de 2008 se anunciaba una crisis en el Barcelona. En el estreno liguero había perdido en Soria contra el Numancia y en el partido siguiente empató en el Camp Nou ante el Racing de Santander. Los estadísticos glosaron que era el peor inicio de los culés en la historia de la Liga. Entre aquel apocalipsis, y entre las dudas de tirios y troyanos, un artículo publicado en El Periódico de Catalunya lanzó un titular inaudito: “Este Barça pinta muy, muy bien”. Lo firmaba Johan Cruyff. “Yo no sé el partido que vieron ustedes…”, empezaba.
No le llego a Johan Cruyff ni a la sombra de sus zapatos. Hay bastantes más posibilidades de que Borja Jiménez acabe acercándose a lo que significa Pep Guardiola en el fútbol y la manera de interpretarlo, pero tampoco parece muy probable que lo haga. Ni siquiera sé que partido vieron ustedes. Sé, eso sí, que en el fútbol todos los análisis se hacen a través del resultado y que siempre habrá intereses que se abracen al marcador. El Deportivo suma un punto de los últimos nueve tras completar un pleno en los doce anteriores. Sin ser Cruyff he desarrollado un cierto paladar por degustar el fútbol que me invita a resolver que no le vi jugar un partido esta temporada con la capacidad de control y dominio del rival que mostró en Irún este sábado. Ni siquiera en el duelo inaugural en el que goleó al Celta B.
El Deportivo perdió en Irún (2-1). “¿Cómo explicar a Borja este partido?”, se preguntó en la rueda de prensa posterior Aitor Zulaika, el técnico del Real Unión. Se contestó él mismo para darlo casi por imposible: “Es muy difícil hacerlo. Han sido superiores. Así es el fútbol”.
Poco consuela ante la derrota y más si se viene de dos fiascos anteriores. Son esos tropiezos, sobre todo el sufrido en casa contra la SD Logroñés, los que tiñen con un contexto de inquietud la derrota de Irún. Nada de lo demás que sucedió allí debe invitar a la duda. No es justo dudar de quien pierde por buscar y merecer la victoria.
Al Deportivo se le aguardaba. Se le quería tasar por el pelaje que mostraba tras la inopinada decepción de la semana anterior. Todo lo que se vio de inicio en el césped del Stadium Gal remitió a un equipo con carácter, con la personalidad de bajar la pelota al piso, moverla y trabajarse los espacios ante un rival replegado. No le importó recibir un gol a los ocho minutos, un mazazo en un error poco común que no se repetirá en muchas más ocasiones, uno de esos episodios que descentran a cualquier equipo. El equipo siguió a lo suyo, con recursos para manejar la pelota, con paciencia para atraer por dentro y sorprender por fuera, donde De Camargo mostró una vez más tanto desequilibrio que se hace complicado entender sus ausencias. Y en la derecha emerge Víctor García, que tiene todas las condiciones para convertirse en un excelente lateral.
El Deportivo generó 14 opciones claras de gol y anotó una. El Real Unión llegó dos veces al área oponente y marcó las dos ocasiones que tuvo, clarísimas ambas, consecuencia de groseros errores de un colectivo que quiere buscar superioridades desde atrás y que, al final, no atendió al empate como un botín a guardar.
El equipo debe de sentir ahora el sosiego preciso para mejorar sus defectos sin que se resienta la capacidad que ha mostrado para generar fútbol. Aislarse de bizantinos y absurdos debates como el que fomenta que el excelente Noel debe soportar el peso del ataque, como si por salir de inicio fuese a mantener su excelente media realizadora. Noel será titular más temprano que tarde porque es un futbolista excelente, un tipo que con apenas 18 años merece el puesto en el primer equipo y ante el que Borja Jiménez no semeja tener dudas, por más que en el partido contra el Logroñés, en efecto, sí que pareció que era buena idea que saliese a refrescar un ataque que ya poco le daba al equipo. Con todo, más complicado de entender parece que dos días después no fuese convocado para jugar con el filial y que tuviese la opción de jugar un partido entero contra el Polvorín.
Hay debates más importantes ahora mismo que el que gira en torno a cual es la velocidad correcta para dosificar la presencia de Noel en el equipo. Por ejemplo el de subir a Segunda División. Porque además el rendimiento del chico indica que la velocidad que se aplica no es mala. Su tercer gol en el campeonato llegó cuando había pisado el césped durante 35 minutos. ¿Alguien puede asegurar que mantendrá esa media? Luego jugó 27 más. ¿Cuándo llegue la sequía le mantenemos en el once o le devoramos, entre urgencias, como a tantos otros? Será titular y volverá a ser suplente porque el fútbol tiene esos vaivenes y más cuando se empieza a recorrer su camino. Y si la suerte y la salud le acompañan se asentará en el oficio porque tiene todas las condiciones para ser un delantero con una larga carrera en el fútbol, ojalá que en el Deportivo porque el club sea capaz de crecer a su ritmo. Es un juvenil.
El Deportivo perderá pocos partidos que juegue como en Irún. Más dudas arrojó contra el Logroñés. Entonces el entrenador abrazó las ocasiones perdidas para disculpar el resultado. Las opciones para cerrar el partido fueron claras, pero no fueron consecuencia del control sobre un partido en el que el equipo fue decayendo y acabó sometido por un rival tan honesto como modesto. Ese Deportivo de la segunda parte en el último duelo en Riazor es el que debería preocupar, el mismo que remite al desastre de la pasada campaña cuando cualquiera se plantaba en el estadio a perder, con el paso de los minutos, el respeto a actores y escenario. “No nos dejaron proponer. Fue un equipo superior”, concluyó el entrenador del Real Unión, que no tuvo reparos en reconocer una de las consignas que le dio a sus jugadores en el descanso del partido: “Chavales, aguantar el chaparrón que ya tendremos alguna”. No siempre va a salir cruz.
El Barcelona, tras aquel inicio en pifia, ganó los doce siguiente partidos. Alzó Liga, Copa, Champions, las dos Supercopas, se coronó campeón mundial en un histórico sextete y abrió no sólo una etapa inolvidable para el club sino que cambió la manera de practicar fútbol. Quizás ese pase de Jaime a Bergantiños no se hubiese producido antes de 2008. Nadie le pide ahora al Deportivo que trascienda, basta con que suba de categoría con una plantilla diseñada a partir de una dotación económica más que sobrada para lograrlo. Es exigible ganar. E importa hacerlo, sí, siempre y por encima de todo, pero también importa la manera de llegar al triunfo en un entorno que anhela ver un equipo dominador, que sepa interpretar un estilo y engorde nuestro orgullo de ser deportivistas.
Es difícil no tener ese sentimiento tras el partido de Irún y resulta más complicado todavía imaginar que si se repite en más ocasiones el fútbol vuelva a castigar al Deportivo.