Lamentablemente cierto, amigos y amigas deportivistas. Hemos despertado con resaca de un bonito sueño hecho realidad. Ese proyecto nacido en 2016 y que hemos visto crecer, con orgullo y dignidad superlativa, desde la época del campo arteixán de Ponte dos Brozos, hasta la brillantísima temporada pasada en Liga Iberdrola, ha consumado un nuevo disgusto para un club como el nuestro abonado ultimamente a la desdicha y al sinvivir, y tan necesitado de alegrías.
En aquellos comienzos de este precioso proyecto blanquiazul, hemos vivido un equipo que se fue forjando poco a poco, perdiendo en más de una ocasión la posibilidad de jugar el play off de ascenso en un único partido decisivo, con las lágrimas de nuestras jugadoras inundando el campo en una lección de pundonor y amor a los colores que defendían.
Por fin en 2019, se consiguió la preciada clasificación y se ascendió brillantemente, sin perder un solo partido durante toda la temporada, y empatando tan solo uno de ellos. El delirio vino de tierras canarias en aquel bonito y festivo partido, para una plantilla que había acumulado méritos enormes. ¡Cómo no acordarse del cariño mutuo de los equipos femenino y genuine y el excelente apoyo de estos últimos en jornadas decisivas! Sensibilidad y deportivismo a flor de piel.
Se me va la memoria a la temporada pasada, cuando las futbolistas del Deportivo Abanca eran nuestro bálsamo frente a la situación límite del primer equipo masculino. Miles de ejemplos… Aquella brillante remontada 3-4 frente al Real Madrid después de ir perdiendo 3-0, y los saltos que dí en el sofá ante cada gol, hasta el punto de perder los papeles y escandalizar a los vecinos.
Recuerdo aquellas constantes y brillantes victorias que viví en directo en nuestro campo de Abegondo. Aquella goleada al Valencia en el estadio de Riazor, en el que tanto merecían jugar. La sensacional eliminatoria de Copa de la Reina, ante el todopoderoso Barça, hoy campeón de la Champions, que solo nos pudo eliminar en el último minuto de la prórroga, después de un memorable partido.
Podría seguir escribiendo líneas y líneas sobre los méritos inmensos de este equipo, que consiguió reventar Abegondo de público varias veces. Del gran logro que supuso para el deportivismo el devenir de este grupo de futbolistas con comienzos, como no, difíciles. No jugar en A Coruña, algunas zancadillas, ausencia de manos para construir… aunque más para hacerse la foto cuando tocó recoger frutos. E incluso un escandaloso, aunque minoritario, desprecio de una parte del entorno deportivista, en el que se justificaron de la manera más peregrina incluso motivos para restarle mérito a la proyección del equipo, que ya es buscar motivos. Allá ellos y su bochornosa actitud.
A pesar de esto, todas las jugadoras que han pasado por el Depor Abanca, a lo largo de estos años, tienen ganado el corazón de la inmensa mayoría de la afición, tantas veces demostrada en el potente seguimiento que ha tenido, aún en horas bajas y de pandemia.
Entre los numerosos méritos que tiene el equipo y este proyecto del club, y no el menor, está el dinamizar y potenciar la afición al futbol femenino. Ya existían antes equipos importantes y buenos trabajos de mucha gente en A Coruña y en Galicia, pero todavía grandes futbolistas de mérito tenían que marchar de nuestra tierra a la mínima, para demostrar su valía. Los nombres están en la mente de todos.
La creación del Deportivo femenino supone un antes y un después, por la visibilidad del mismo, por la creación y ampliación de muchos nuevos proyectos en Galicia y por la cada vez más amplia cantera que se está forjando, y que constituye una de las grandes esperanzas de futuro para el propio Depor Abanca, del que estoy seguro que mucho más temprano que tarde y, probablemente la próxima temporada, volverá a conseguir tener su lugar en una liga Iberdrola ya profesional.
Pero dejémonos de lamer heridas y preguntémonos ¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que un equipo tan brillante la temporada pasada, haya caído a la Segunda División?
Aquí antes de nada, voy a romper no una lanza, sino todas las lanzas de los Tercios de Flandes si hace falta, en apoyo de las jugadoras.
He visto muy poquito al equipo en directo, y la televisión tampoco permitía inexplicablemente ver todos los partidos. Sí he seguido todos los que pude y me sirve dicho seguimiento para felicitar a todas las jugadoras por su entrega, su orgullo y su defensa de la camiseta y el escudo. Pocas veces he visto equipos vestidos de blanquiazul con tal dosis de amor propio, de dignidad, de pelea hasta el desfallecimiento, como he visto en estas chicas. No voy a personalizar, aunque me vienen varios nombres de jugadoras a la cabeza, porque todas han estado a una gran altura en pundonor y lo han dado todo y mucho más, en una situación francamente difícil de remontar, por la losa que se les vino encima. Cualquiera se hubiera desinflado. Ellas no lo hicieron y lo pelearon todo.
Por lo tanto mucho ánimo a las jugadoras. Muchísimas gracias por vuestra inigualable entrega y sacrificio. Al final, el futbol es así de puñetero algunas veces. De la gloria del ascenso y grandes éxitos, al sufrimiento del descenso.
Tampoco pienso que debamos reprochar nada al cuerpo técnico. Más allá del típico debate de siempre, de si en tal partido debió hacer esto o lo otro. De si el tema táctico, los cambios en aquel momento o en el otro. Lo de siempre en el futbol. Pero es muy obvio que tanto Manu Sanchez, como todos los integrantes de la preparación y puesta a punto del equipo, más allá de aciertos y fallos, forman parte junto con las jugadoras, de una página muy brillante de la historia del Deportivo y es innegable su contribución a este excelente proyecto, que aún no escribió ni mucho menos su última página. Me da que le queda una Enciclopedia por escribir.
Entonces, ¿dónde estuvo el problema? Pues a mi me parece muy obvio. El absoluto y rotundo desinterés con que fue abordada esta temporada por el equipo directivo encabezado por Fernando Vidal que llegó, no lo olvidemos, de la mano de Abanca y en loor de multitudes, aunque algunos se quieran salir del retrato ahora.
Vamos a empezar por cuestiones estrictamente deportivas, aunque no son estas en exclusiva las que han motivado el declive.
El equipo ha perdido a cuatro piezas fundamentales, con relación a la temporada pasada: Misa, Teresa, María Méndez y Nuria. Por una serie de circunstancias que no voy a precisar, tengo un acceso muy directo al entorno de una de ellas. También al entorno de una de las jugadoras actuales del equipo. Y estoy en condiciones de afirmar que todas se hubieran quedado en el club, si hubiera habido un mínimo interés, incluso las dos jugadoras que se fueron al Real Madrid. Las diferencias de cifras son absolutamente groseras si las comparamos con el despilfarro grotesco que se ha producido en el primer equipo, con el resultado de todos conocido. Las apuestas salen mal, algo que siempre puede pasar, pero no se le pone remedio ni intención de ponerlo.
Y para terminar la faena, en el mercado de invierno y con una situación agónica, no se trae a ninguna jugadora y nos quedamos con un número muy limitado de fichas del primer equipo que provoca un desgaste brutal en jugadoras clave, por el número de minutos acumulados.
Pero más importante que el tema deportivo, es la cuestión del apoyo institucional de gestos o de cariño. Al equipo se le ha dejado solo, y no hablo de la afición, que con pandemia encima ya bastante hizo como siempre. Le dejó solo la parte directiva del club. Daba la sensación de que el Depor Abanca molestaba y era algo que había que tener ahí por “corrección social y política”, pero no porque de verdad se apostase por un proyecto.
Aquí no libro a Abanca de las críticas. He alabado muchas veces su apuesta por el Deportivo, ya desde el préstamo de 2017 con el que nos libramos de las garras de la Agencia Tributaria, grave peligro para la supervivencia de un club que, no lo olvidemos, sigue enfrascado en un concurso de acreedores de récord mundial. Pero esto no justifica que delante de sus narices se haya dejado caer una de las joyas de la corona.
Porque toda esta política de destrozo se ha hecho con luz y taquígrafos y Abanca o no se ha enterado o lo ha dejado ir también. Las dos cosas son preocupantes. Sobre todo teniendo en cuenta que el futbol femenino fue su primer desembarco en el Deportivo. Un primer desembarco brillante, oportuno y de agradecer.
Quiero pensar que en el fulminante cese del anterior Consejo de Administración, algo ha tenido que ver este tema, aunque comprendo que no sea el único ni siquiera el principal, con 9 millones de pérdidas en un año y un desempeño paupérrimo en la categoría de bronce donde éramos el favorito principal. Pero mucho han tardado en intentar tomar medidas. Para el Depor Abanca también llegaron tarde.
Espero que se tomen las cosas en serio y se construya un buen proyecto en Segunda División para ascender cuanto antes. Hay mimbres en la cantera deportivista, por lo que hemos visto. Tampoco estaría de más hacer una apuesta por retener todo el talento posible, que aún hay y mucho, del equipo actual. Ya sé que algunos casos son imposibles, pero también sé que con algunas, bastantes, jugadoras sería viable y necesario. Eso sí con cariño, con proyecto, con intenciones, al menos las que había antes del magnífico ascenso que hemos disfrutado en su día.
Nadie entendería que, con un consejo de administración tan bien remunerado, estuviéramos regateándole la miseria al Deportivo Abanca para que vuelva a brillar en donde merece y tiene que estar.