Después de finalizada la primera fase de la temporada en la categoría de Segunda B en la que lamentablemente nos encontramos ya sabemos que no conseguiremos el ascenso a la división superior. No hemos conseguido ni siquiera todavía ganar la continuidad en la tercera categoría del futbol español. Una vez más en los últimos años, las carambolas del final nos han dado un nuevo golpe.
Sin lugar a dudas hemos cosechado un solemne fracaso. Sobre todo teniendo en cuenta que, según comentan los expertos, somos el equipo de mayor presupuesto de los 102 que componen la categoría. Incluso hay quien defiende que es el más caro de la historia de la categoría. Tampoco me extrañaría. Quizá la reciente depuración presidencial y directiva va por ahí.
Tenemos que reconocer esta situación y saber donde estamos. Sin embargo yo tengo, dentro del fiasco, una cierta tranquilidad. Voy a explicar el motivo.
Veo indicios evidentes de que hemos cambiado la mentalidad. Observo que la inmensa mayoría de los deportivistas están por la vía de la estabilidad del proyecto y unidad para salir del agujero.
Soy optimista. Creo que estamos en el mejor momento de la temporada y, superado el golpe anímico, entiendo que cuatro puntos de ventaja con seis jornadas por disputar deberían ser suficientes para conseguir continuidad la próxima temporada en el asalto a la liga profesional desde el primer nivel no profesional. Es necesario no confiarnos en exceso o volveremos a las andadas. Cualquier otra cosa, mejor no pensarla. Sería tétrico y estuvo a punto de ser más tétrico todavía.
Finalmente, desde el aprendizaje del fracaso, hagamos un nuevo proyecto conservando lo que razonablemente se deba conservar. El proyecto debe partir de Rubén de la Barrera, que tardó en cogerle el aire a la plantilla pero que finalmente supo dar una impronta que parece tener buen futuro. No volvamos a triturar al entrenador. Quiero pensar, eso sí, que va a haber otro responsable de la dirección deportiva, con más apego a las formas actuales de trabajar, con más conocimiento de la categoría y sus exigencias, y con la necesaria conexión e interacción con el cuerpo técnico.
En cuanto al cambio de mentalidad en el entorno del club, es obvio. Me tiene al mismo tiempo fascinado y cabreado. Pero en el fondo muy contento de que hayamos aprendido la lección y sepamos donde estamos. No fue sin tiempo.
¿Por qué digo fascinado y cabreado al mismo tiempo? Pues porque esta paciencia y opción por la estabilidad, es novedosa. Es una pena que necesitaramos caer tan bajo para darnos cuenta. Y espero que no sea consecuencia de la ausencia casi total de público en el estadio. Creo que no. Creo que hemos aprendido la lección.
Resulta una pena que este gusto por la estabilidad, continuidad y el dejar trabajar, no lo hubiéramos aplicado en temporadas pasadas. Recuerdo las numerosas y ruidosas voces críticas con las sudadas permanencias en Primera División. Recuerdo las peticiones continuas de dimisiones, ceses, las manifestaciones en puerta cero cuando nos jugábamos la vida, los gritos de jugadores mercenarios… y un largo etcétera. Los jugadores de esta temporada han protagonizado un sonoro fracaso y nadie se atreve a llamarles mercenarios. Tampoco sería justo hacerlo.
Tengo comentado en su día, que esto no conducía a nada. Es decir, si conducía a algo. Y lamentablemente ya lo vimos. Esperemos que este infierno dure lo menos posible, pero si continuásemos en las mismas, estoy por apostar de que sería eterno. Pero la sensación, repito, es que hemos aprendido.
Por eso estoy contento y pienso que estamos en el camino correcto, cuando después de haber hecho el mayor ridículo de la historia del Deportivo (y en Segunda B, no en Primera ni en Segunda), en lugar de manifestaciones y peticiones de dimisión, tengamos contenida nuestra tristeza, administrado nuestro cabreo y seamos capaces de saber donde estamos. La estabilidad y la unidad nos volverá a hacer grandes. La expresión estabilidad ya la agradecí en las únicas palabras, tranquilas, que le hemos escuchado al presidente Couceiro.
Quizá adoptando esta actitud general en todos los estamentos del club estaríamos ahora disfrutando de la Primera División, pero nunca es tarde para aprender. Vamos adelante y saldremos de ésta. Lo mejor de todo, los más de 23.000 abonados, sin público o con aforos pandémicos ridículos. Y 17.000 socios protectores. Este club va a volver a su sitio sin ninguna duda. Con toda la fuerza del mundo lo va a hacer. Dispone de un considerable apoyo de su gente.
La protección
Y al hilo del tema de los abonados, una reflexión que propongo a los que mandan. En mi entorno de familiares, amigos y conocidos hay varias decenas de socios protectores. Que yo sepa todos han recibido la famosa toalla. Pero ninguno ha conseguido nunca ninguna entrada en esta temporada. Con todo el cariño del mundo, no quiero ser malpensado, pero me parece mucha casualidad. Sobre todo teniendo en cuenta que conozco también a varias personas que han ido a más de un partido. Incluso alguna a bastantes partidos. Imagino que también son protectores.
Quiero pensar que no se está comprando la voluntad de ningún “grupo de interés”, pero cuiden mucho a los 23.000 abonados para que pronto puedan ser más y estar orgullosos de su club. No cuiden solo a los que más los pueden criticar o los que más ruido pueden hacer. Error si fuera así.
Les hago un símil bancario que viene muy a cuento. Yo ya sé que la banca (toda, no solo la propietaria del Deportivo) cobra las comisiones que puede a sus clientes. Esto es discutible o debatible, aunque puedo discrepar de muchas cosas. Lo que no es debatible es que se las cobre al común de los mortales y no lo haga con clientes que por su posicionamiento pueden ser incómodos, críticos o problemáticos desde el punto de vista mediático. Por un evitar líos, no se metan en charcos complejos que nada arreglan cuando vienen mal dadas.
Queda advertido el asunto. Por lo demás y lo pongo en mayúsculas: ESTABILIDAD, TRANQUILIDAD, UNIDAD Y PROYECTO. Siempre estamos a tiempo, pero no lo desperdiciemos más.