“Ayudar al Deportivo es ayudar a Coruña”. La frase es de Pedro Barrié de la Maza y se pronunció cuando en 1972, un año después de su muerte, el club inauguró unas nuevas dependencias en la Plaza de Pontevedra recibidas gracias a su donación. En su nombre, Joaquín Arias y Díaz de Rábago entregó las llaves al entonces presidente deportivista Antonio González. Desde entonces esa no sólo es la casa del club sino que su enlosada fachada funciona como una suerte de icono blanquiazul en el centro de la ciudad, por más que algunos forasteros (así lo hacían alguno de los fichajes de más lustre en la época dorada de Augusto César Lendoiro) se sorprendan de que una entidad de tamaño relieve se dirija desde un piso.
Allí sigue y seguirá, por ahora, el Deportivo. El próximo día 27 de abril su Junta de Accionistas aprobará diversos cambios en sus estatutos. En el orden del día se anticipa la voluntad de hacer cambios en el artículo tercero, el referente a su domicilio, pero como se detalla en la documentación al alcance de cualquier accionista esa modificación tiene que ver con la eliminación de un párrafo reiterativo, una alusión al establecimiento de sucursales del club y la potestad del Consejo de Administración para acordar el traslado del domicilio social. Un tecnicismo, en definitiva.
El artículo 3 de los estatutos, por tanto, se recortará y será breve y taxativo: “La Sociedad tendrá su domicilio en A Coruña, plaza Pontevedra, número 19 – 1º”.
Aquella sede inaugurada el mismo día que comenzaron los Juegos Olímpicos de Múnich, y mientras Francisco Franco presidía una entrega de trofeos en el Club de Golf de la Zapateira, permaneció apenas sin tocar durante casi medio siglo. El local, que el día de su puesta de largo la prensa local definió como “funcional y amueblado con sobriedad”, acabó por convertirse en una referencia kitsch por la que pasaban para presentarse en sociedad futbolistas que escribieron días de gloria para la entidad. Alguno sudó más en aquellas abigarradas habitaciones que sobre el campo. Allí se acumulaban en el suelo trofeos y recuerdos de tantas glorias hasta que hace cuatro años se decidió limpiar la casa y aplicar una reforma integral (a la sede, no al club). En diciembre de 2017 el entresuelo de la Plaza de Pontevedra era otro. Los defensores de lo caduco quisieron humillar la reforma. “Clínica dental”, zanjaron ante los espacios blancos, diáfanos y luminosos.
Pero durante ese proceso de cambio la idea de abandonar aquellos dos pisos ahora refundidos en uno siempre estuvo sobre la mesa. Tampoco fue más allá de un bienintencionado y soñador capítulo de intenciones. Se pensó en ubicaciones más nobles, por ejemplo en el edificio que dejó una entidad bancaria en la Plaza de Mina en el que ahora una firma italiana vende lencería y pijamas. Hubo quien, desconocedor seguramente de las dificultades de acceder a un espacio de propiedad pública, sugirió una mudanza a la Comandancia de Marina.
Pero la ubicación más anhelada siempre fue el edificio del siglo XIX obra de Juan de Ciórraga, autor de la mayor parte de las galerías de la Marina, que en 2006 rehabilitó Caixanova y hoy es sede de la división de seguros de Abanca. Una construcción singular que ocupa el solar que va desde Riego de Agua a la Marina a través de uno de los laterales de la calle Fama y que tiene más de 2.000 metros cuadrados útiles. Un intermediario que hace cinco años tenía conexiones tanto en el Deportivo como en Abanca llegó a plantear un precio de unos seis millones de euros, uno más de lo que pagó el Celta por el edificio del Circulo Mercantil, de 3.000 metros cuadrados. El cuadro vigués lo compró sin rehabilitar e invirtió, a mayores, 1,5 millones en la obra.
El descenso de categoría del Deportivo acabó por cerrar definitivamente la ilusión de abrir cualquier tipo de conversación por adquirir el mismo espacio en el que, tiempo después, se sentaron en unos taburetes Juan Carlos Escotet y Fernando Vidal para anunciar el desembarco de la entidad bancaria en el Deportivo. El devenir de los acontecimientos propicia que ahora el banquero venezolano sea propietario del edificio y del club.