Realmente quedaba moito por vivir en esa caja de sorpresas llamada Deportivo, el único club capaz de publicitar por toda la ciudad su campaña de abonados sin haberlos presentado. El nuevo lema bilingüe de la temporada luce en numerosas marquesinas de la ciudad (donde por cierto, el club mantiene desde hace siete años un sistema de intercambio que permite este tipo de despliegues sin asumir costes) con un recordatorio del enlace que desde la web del club debería permitir acceder a los abonos de la temporada 2021-22. Pero no se enlaza. El Deportivo promociona algo que a día de hoy no existe.
Con todo, la paradoja se sucede entre una serenidad generalizada, incluso del colectivo de ofendidos que no hace mucho saltaba avinagrado, por ejemplo, para reclamar que apenas iniciado el mes de julio saliesen los abonos a la venta. O clamaba por el coste de esas campañas publicitarias del club. O porque el carnet algunos años se entregaba encartado. Llegó la anestesia tras años de acoso y derribo, algunos piensan que de directivas, en realidad del club. Laminado y dolorido el Deportivo en la tercera categoría del fútbol español, después de tanto lamentable vaivén tampoco es mala noticia un poco de sosiego. Y que incluso lo extraordinario parezca normal.
Moito por vivir remite también a las condiciones de venta de los abonos. El retraso en su comercialización tiene que ver con la adecuación del canal on-line para que se puedan adquirir. La cambiante situación sanitaria también complica la situación porque está por ver que decisiones toma el club para garantizar igualdad en el acceso al estadio en caso de que haya que asumir unas restricciones sobre las que es inútil establecer previsiones.
En otros clubs ya están estableciendo descuentos a futuro en caso de que no se pueda disfrutar de un número determinado de partidos. En el Deportivo hasta eso está en algunos casos ya hipotecado: hay socios que todavía tienen que disfrutar del descuento por el que optaron en el final truncado de la campaña 19-20 que se acabó a puerta cerrada.
En todo caso, el Deportivo asume el reto de medir el esfuerzo económico al que somete a su amplia y sufrida masa social. Muchos de sus seguidores, la mayoría, pagaron la temporada pasada 50 euros y asumieron que no podían acudir al estadio. El club está ahora en una categoría en la que la aportación de los abonados es capital para cuadrar presupuestos, pero no es el momento de sangrar a la gente, sí el de recabar el máximo apoyo posible para que el equipo sienta el aliento de su afición.
Vale la referencia de los competidores. No todos disponen de marquesinas, pero sí que ya tienen los abonos a la venta. En Primera RFEF, el Racing de Santander sitúa los más caros en 225 euros. Y por 125 puede disponerse de un pase a un graderío similar a la Preferencia Superior de Riazor, localidad que hace dos temporadas costaba 474 euros en el estadio coruñés. En el fútbol profesional.
El Lugo, un escalón más arriba que el Deportivo, ha congelado los precios de unos abonos que no pasan de los 275 euros en su localidad más lustrosa (565 costaba la última Tribuna Superior que sacó a la venta la entidad herculina). En el Leganés, un club que peleará por subir a Primera, un socio que se quiera dar de alta no paga más de 370 euros. El Elche, en la máxima categoría, presentó este jueves una campaña de abonados que sitúa su localidad más cara en 500 euros y la más barata en 150.
El Deportivo se ha manejado las dos temporadas anteriores a la pandemia con precios de abonos de Primera División, que no Federación. Ahora, en una vuelta de tuerca, los anuncia sin tenerlos. Mucho vivido. Moito por vivir.