Todos hablan de la Superliga europea tras el cisma generado por un grupo de doce equipos españoles, ingleses e italianos. La idea no es nueva. La actual Liga de Campeones ya nació de un movimiento similar generado en los años noventa. En el año 2000 se creó la Euroliga de baloncesto, una competición gestionada por una compañía privada que agrupó y sacó del paraguas de la FIBA a los mejores clubs del continente. Así que el fútbol estaba en ebullición y se comenzó a plantear, a imagen y semejanza del baloncesto, una competición cerrada entre los mejores clubs europeos. El Deportivo estaba entre ellos.
“Un club podría tener mayor margen de maniobra, sin tanto riesgo a la hora de elaborar sus presupuestos y realizar inversiones”, explicó el entonces presidente Augusto César Lendoiro cuando se le planteó la opción de que el club coruñés participase en una competición cerrada, sin ascensos ni descensos. Ocurrió tras un encuentro en la Secretaría Xeral para o Deporte antes de un derbi contra el Celta. A Horacio Gómez, máximo mandatario del club vigués, que entonces también se asomaba a los primeros puestos de la liga española, también entró a valorar, con un curioso discurso, la idea que entonces promocionaba una empresa española, Telefónica. “Si ves que el equipo ya no se juega nada por arriba y no corres el peligro de descender, puedes dar más oportunidades a la cantera”.
Con todo, en el club blanquiazul siempre se miró con cierta prudencia hacia ese tipo de planes. “No me imagino a un Deportivo que no dispute las competiciones españolas, pero hay que estudiar el proyecto con detenimiento”, explicó Lendoiro cuando el club que presidía ya había festejado el título de Liga.
La idea se matizó. Se planteó una competición de 18 o 20 clubs y permitirles conformar plantillas de hasta 35 futbolistas para compatibilizar los partidos de la competición europea con los de los torneos nacionales. La presencia del, por entonces, emergente Deportivo estaba en los planes de los promotores, que querían abrir el abanico con equipos de hasta ocho federaciones e integrar a clubs de España, Inglaterra, Italia, Alemania, Escocia, Portugal, Holanda y Francia.
La idea había partido de un coruñés, Carlos García Pardo, que había fundado y presidido Dorna, una empresa de gestión de derechos deportivos que en sus albores también había trabajado en la intermediación de futbolistas. Hoy Dorna es la compañía organizadora del mundial de motociclismo. En el año 2000 García Pardo ya no estaba en Dorna, pero tenía buenos contactos en Telefónica, que abrazó la idea con interés. En la primavera de 2000 ya habían contactado con el entonces conocido como G-14, el colectivo que agrupaba a los principales clubs europeos y que, a esa altura, sólo integraba a dos equipos españoles, Real Madrid y Barcelona y que había nacido tras un paso en falso para generar su propia competición.
Teléfonica tomó el liderazgo y presentó su proyecto a los grandes operadores televisivos, hablaron con Rupert Murdoch, con el teutón Leo Kirch y con los franceses de Canal Plus. El plan era explotar no sólo los derechos de retransmisión sino también los de publicidad y merchandising. Cada club participante ingresaría más del doble de lo que percibían entonces vía UEFA.
Pero el máximo organismo futbolístico reaccionó. Aumentó la dotación de fijos y premios por participar en la Liga de Campeones. El Deportivo ganó la Liga en el año 2000 con un presupuesto de ingresos de 52 millones de euros y los años siguientes estuvo por encima de los 80.