España opta a organizar el Mundial de fútbol 2030. La maquinaria se ha puesto en marcha para que la candidatura conjunta con Portugal sea la elegida por la FIFA para organizar el evento. A la espera de si cristaliza una opción fuerte como sería la del Reino Unido, la iniciativa parte bien situada ante la competencia de Marruecos o la de la una sede compartida entre Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay que juega el valor sentimental de escenificar la final en Montevideo, en el estadio Centenario y un siglo después de la primera final de la Copa del Mundo.
Pero Europa parte como favorita para organizar ese Mundial, porque el de 2026 también está señalado en el continente americano (Canadá, México y Estados Unidos). Y el de 2022 es en Asia, de manera que sería la primera vez que el Viejo Continente pasase tres ciclos mundialistas sin ser la sede de la mayor competición del fútbol. En ese escenario favorable para España, A Coruña debe empezar a definirse.
La ciudad fue sede del Mundial de 1982 y optó a repetir en la candidatura que intentó albergar el de 2018 y cayó ante Rusia. En ese proyecto que involucraba a 21 estadios, apenas tres de ellos portugueses, el de Riazor figuraba entre los elegidos después de que Augusto César Lendoiro, entonces presidente del Deportivo, diese el primer paso solicitando el apoyo de ayuntamiento y federativos.
De cara a 2030 está por ver si alguien da ese impulso en la ciudad. Todo será diferente. El Mundial para entonces acogerá a 48 equipos que disputarán una especie de fase previa ya en los escenarios elegidos para la fase final. El nuevo formato, que se habría estrenado cuatro años antes en tierras norteamericanas, requiere acoger 80 partidos, 16 más que en la actualidad.
Un Mundial de fútbol es un negocio ingente. En el de Brasil, la FIFA ingresó 5.000 millones de euros, cifra que aumentó en el de Rusia hasta casi los 7.000 millones. Qatar asegura que el impacto económico de su torneo, dentro de año y medio, generará más de 20.000 millones de euros. Sin embargo, de cara a la cita de 2026, Chicago, que albergó el duelo inaugural del Mundial de 1994, ha declinado ser anfitriona, vistas las exigencias de la FIFA. Minneapolis y Vancouver también se borraron.
La FIFA busca estadios de última generación, faraónicas construcciones y exigencias que Riazor no cumple en la actualidad, incluso después de que entre Concello y Deportivo se dejasen en la remodelación del estadio más de 12 millones de euros en los últimos seis años. Pero hay beneficios tangibles e intangibles que sería prolijo detallar. Basta una muestra: según un informe hecho público esta semana sobre el impacto económico de una Eurocopa en España, un gran torneo de selecciones dejaría en A Coruña 12,1 millones de euros en ingresos de ocio, hostelería y comercio y 6,1 más en alojamiento. Y, obviamente, habría otros beneficios. Se trata ahora de calibrar si serían mayores que los costes.