Justo cuando se cumplen 40 años de que el estadio de Riazor se mostrase al planeta como sede mundialista, se abre un proceso para que el Campeonato del Mundo de fútbol vuelva a jugarse en terreno español, en esta ocasión con apoyo luso. El plan apunta a 14 sedes, de las que apenas tres estarían en Portugal. Se cuenta, además, con el apoyo de las 55 federaciones que conforman la UEFA, un buen punto de partido para enfrentar la opción latinoamericana, que reivindica para 2030 el centenario del primer Mundial, pero con menos músculo organizativo que la propuesta ibérica.
España y Portugal conformarían una candidatura fuerte para la que la federación presidida por Luis Rubiales ha empezado a dar los primeros pasos. En el país vecino parecen claros los tres escenarios, el Estadio da Luz y el José Alvalade en Lisboa y O Dragao en Oporto, pero en España las opciones están más abiertas. Se buscan once estadios. En 1982 fueron 17. Entonces la pelota rodó en Riazor, Balaídos, El Molinón, Carlos Tartiere, Nuevo Zorrilla, San Mamés, Sarriá, Camp Nou, Benito Villamarín, José Rico Pérez, Martínez Valero, Luis Casanova (Mestalla), La Romareda, Sánchez Pizjuán, La Rosaleda, Vicente Calderón y Santiago Bernabéu. Las ciudades mundialistas fueron 14. ¿Le interesa a A Coruña repetir en 2030?
La respuesta no es sencilla, pero la Federación Española de Fútbol pide que al menos se manifieste interés antes del próximo 4 de julio. Para entonces el ayuntamiento de A Coruña debería de tener claro si quiere optar a albergar partidos del Mundial. Algunos estudios apuntan a que el impacto económico de un gran torneo de selecciones dejaría en A Coruña 12,1 millones de euros en ingresos de ocio, hostelería y comercio y 6,1 más en alojamiento. Y, obviamente, habría otros beneficios. Y gastos, claro.
Las condiciones son exigentes, pero entre ellas destacan algunas que a día de hoy no se cumplen: la FIFA pide un aforo mínimo de 40.000 espectadores y cumplir la normativa de cuatro estrellas, detalles que supondría una nueva remodelación en Riazor, estadio en el que se acaban de invertir 7 de millones de euros para renovar sus cubiertas. Aún más complicada parece otra de las demandas del organismo futbolístico, que pide la puesta a disposición de zonas de aparcamientos próximos al estadio con capacidad mínima de 5.000 plazas, detalle que exigirá una cierta laxitud en campos ubicados en áreas urbanas.
En 1982, A Coruña aprovechó la concesión del Mundial y las ayudas económicas subsiguientes para remodelar el estadio de Riazor. Cuando se planteó la opción, finalmente desechada, de que España organizase el campeonato de 2018, Augusto César Lendoiro, entonces presidente del Deportivo, clamó por la necesidad de un nuevo Riazor que hiciese posible volver a ser sede mundialista. Entonces se hablaba de hasta 21 sedes en territorio español.
En 2009 cuando todavía soñaba con que el campeonato regresase a A Coruña, el propio Lendoiro ya alertó sobre esas medidas sobre aforo, aparcamiento y seguridad que no se cumplían. Lo hizo justo cuando España recibió en A Coruña a Bélgica en partido oficial. “Fue una de las mayores fiestas que ha vivido la ciudad, no sólo a nivel futbolístico sino deportivo en general, y festivo también. Lo que representa la Selección es excepcional. Hay que agradecérselo a los 35.000 espectadores de Riazor, que nos ponen en los máximos niveles de utilización del estadio”, glosó entonces Lendoiro, que había dejado atrás aquel proyecto que había calificado como el Guggenheim del fútbol y que había presentado de la mano de Peter Eisenman. Entonces apostaba por un nuevo estadio lejos de la ubicación junto a la playa de Riazor.