Era uno de los emblemas de la ciudad y junto a su vecino Obelisco, sin duda, el de la sala de estar de una Coruña que ya no volverá, la de la tertulia y el paseo en los Cantones, invadidos con el tiempo por las oficinas bancarias. El Hotel Palace era el emblema de la ciudad que durante medio siglo recibió a sus visitantes con sus mejores galas y jamás lo convertía en forastero.
Desde 1916 a 1967 funcionó el establecimiento hotelero, que en la planta baja albergaba el Café Oriental, de amplia terraza y majestuosos toldos, más añejo todavía porque allí empezó a servirse en 1884. Se aprovechaba así la vieja casa propiedad de Antonio Caruncho y Méndez-Vigo, un indiano que hizo fortuna en Cuba antes de retornar a Galicia y adquirir el solar al Estado en pleno proceso de la desamortización promovida por la Ley Madoz.
Pero Caruncho muere en plena construcción del caserón y, tras un breve intervalo de tiempo como sastrería, la planta baja acaba alquilada por dos negociantes italianos apellidados Codensí y Simadin que decidieron abrir un monumental café, el Oriental. El 13 de mayo de 1885 abrió el establecimiento, que se convirtió en referencial al tiempo que pasaba por diversos propietarios hasta que en 1909 acaba en manos de José María Rodríguez Pardo, un lucense afincado en la ciudad que conocía bien el sector, dueño también del cercano Café Méndez Núñez y de más de una docena de establecimientos hosteleros en las principales ciudades de Galicia
El nuevo propietario impulsó el Oriental al trasladar al entresuelo del inmueble el restaurante Ideal Room, que hasta entonces estaba vecino al Méndez Núñez en la zona de la Marina. El 6 de mayo de 1916 habilita las restantes tres plantas de la Casa Caruncho para hotel. Y nace la mística del Palace, con 50 habitaciones con cuarto de baño con agua caliente, ascensor, teléfono y servicio de automóviles que conectaba con la estación de ferrocarril. Los visitantes dormían en camas de bronce y disfrutaban de mobiliario de caoba. En las zonas comunes los espejos estaban rematados en plata y se pisaban suaves alfombras de terciopelo.
Rodríguez Pardo murió en enero de 1922, pero el Palace y el emporio sobre el que se levantaba en los Cantones ya era el epicentro de la ciudad. La demanda crecía tanto que un año después abrió sus puertas al otro lado de los jardines el Atlantic Hotel. Su rivalidad transitó incluso hacia lo ideológico. En los bajos del Palace se albergaban tertulias de carácter monárquico y conservador. En el Atlantic el ambiente era republicano y miraba más hacia la izquierda.
Tras la Guerra Civil el Palace había cambiado de nombre, lo castellanizó como Palas en cumplimiento de la normativa franquista. La ciudad creció, las necesidades y las costumbres mudaron. Ya en 1948, Emilio Rey (La Voz de Galicia) y Pedro Barrié (Banco Pastor) se asocian para impulsar en la zona el Hotel Embajador. Era otro estilo que entraba en competencia con el Hotel Finisterre, que desde un año antes ya albergaba visitantes en la zona de La Solana. La esquina más preciada de la ciudad no dejó de recibir ofertas hasta que en 1964 se anunció que había sido adquirida por el Banco Central, que además llegó a un acuerdo con el vecino “Sporting Club Casino” para ceder una parte del nuevo edificio. Se anunció la construcción de un conjunto armónico que respetase “la tradición coruñesa”. El 7 de junio de 1967 se inició el derribo del edificio. Meses antes había caído también el Atlantic.
El rastro del Palace queda recogido en numerosas postales y hasta en el cine, en la exitosa “La familia y uno más”, comedia coral dirigida por Fernando Palacios y protagonizada por Alberto Closas y José Luis López Vázquez.