El alcalde anunció el inicio de una nueva era. La gente se activó como pocas veces se recuerda en la ciudad. La apertura del muelle del Centenario fue un hito en la emergente Coruña de los años ochenta, un suceso que alertó sobre el pelaje de una urbe que siempre ha mirado a su puerto. Aquella apertura permitió disponer de más espacio para el tráfico de graneles sólidos (cereales, piensos, carbones…), pero su puesta de largo tuvo más glamour.
El estreno corrió a cargo del Queen Elizabeth II, hijo del mítico trasatlántico que en 1941 entró en servicio como el trasatlántico más grande del mundo, pero que durante cinco años no transportó pasajeros sino tropas que iban a luchar en la Segunda Guerra Mundial. En 1967 llegó el relevo, un barco de más de 70.000 toneladas y una longitud de 294 metros, casi tres campos de fútbol. El 30 de abril de 1984 toda aquella desmesura enfiló el castillo de San Antón para atracar en el nuevo muelle del Centenario.
Aquella llegada fue en realidad un camino de ocho años, desde que en 1976 la Autoridad Portuaria coruñesa planteó la idea. El tráfico portuario crecía a tal nivel que en 1980 duplicó el que había cuatro años antes. La obra ya estaba en marcha, con una zona prevista de atraque de 540 metros, el Queen Elizabeth entró sobrado. El calado era de catorce metros, de manera que se podían admitir buques con hasta 150.000 toneladas. Se movieron 2,5 millones de metros cúbicos de relleno para ganarle espacio al mar
La gente quería ver el Queen Elizabeth, pero también pisar aquel nuevo muelle. La Compañía de Tranvías activó líneas especiales de buses para trasladar a quienes lo deseasen hasta el Centenario. El tráfico en la ciudad sufrió monumentales atascos aquel día. Llegaron las autoridades, “civiles y militares”, se aclaraba entonces. Xunta y ayuntamiento aparcaron sus diferencias para plantearse ante el buque. Gerardo Fernández Albor y Francisco Vázquez, que no llevaba ni un año en la alcaldía estuvieron allí. Las crónicas glosaron que Vázquez se perdió en el barco mientras acudía a charlas con el capitán. Todos acudieron a un convite organizado por la Diputación en el Pazo de Mariñán. Los ilustres visitantes degustaron un menú autóctono: ostras, cigalas, centolla, ternera y tarta de almendra, todo regado con albariño y rioja. El capitán dijo que volvería a Galicia, pero de vacaciones.
El Queen Elizabeth partió hacia Madeira y regresó, de vuelta a Southampton, el 7 de septiembre. Aquel año 21 cruceros más llegaron a un ciudad que llevaba dos décadas sin recibirlos. “Estamos abriendo una vía de crecimiento para la ciudad”, explicó el alcalde. En 2019 llegaron a A Coruña 160.256 a través de 130 cruceros y se consolidó como el mayor puerto de cruceros del noroeste ibérico.