Era un ensayo general y todo el engranaje funcionó. De sol a sol se vacunó durante este sábado en Expocoruña a 2.899 personas de las 3.700 citadas para recibir el primer pinchazo que inicie el proceso de inmunización contra la covid-19. “Fue rápida e indolora”, describe Javier Iglesias, uno de los llamados a filas. “Entrabas y apenas tenías que esperar un rato en una gran sala de espera a que te llamasen para entrar en una especie de box. Luego nos llevaban a otra estancia enorme para esperar allí un cuarto de hora por si había algún tipo de reacción. Lo mismo que cuando me vacunaban contra los ácaros, pero en gran tamaño”, completa Iglesias, que esta semana más que nunca se acordó del apellido que le dio su padre. El gordo del Sergas salió en su día en H, así que todos los Iglesias de A Coruña nacidos entre 1966 y 1971 ya tienen la AstraZéneca en su interior. Al menos todos los que se presentaron a la citación.
Porque dos de cada diez personas llamadas a vacunarse este sábado no se presentaron en Expocoruña, el 21,65% no han recibido el pinchazo. Se desconoce cuantos de ellos han pasado por la enfermedad. No hubo colas, tampoco aglomeraciones. “Me pareció que todo estaba muy organizado”, valoró Antonio López mientras caminaba hacia el coche. Por si las moscas le había traído su mujer, pero ni se sentía indispuesto ni lo esperaba. “Merece la pena. Llevamos un año de pesadilla y hay que volver a nuestra vida anterior como sea”, zanja ante cualquier sombra de duda, los lotes sospechosos de vacunas o cualquier tipo de prevención. “Las autoridades sanitarias le han dado vía libre y saben más que cualquiera de nosotros”, zanja uno de los López vacunados. No todos tuvieron esa suerte. En ese apellido se paró la cuenta. Mientras tanto en otros puntos de la ciuad nada se detiene y se sigue vacunando, con Pfizer, a los mayores de 80 años. En la Casa del Mar o en San José van por la letra R, en el Ventorrillo por la S y en Monte das Moas ya llaman a los de la T.
El Sergas estima que en torno al 8% de las personas entre 50 y 55 años del area sanitaria de A Coruña recibieron este sábado la primera dosis de la vacuna AstraZéneca. En realidad era una suerte de ensayo general en vivo y en directo para probar los engranajes. El previsto hospital de campaña de Expocoruña fue hace un mes un centro de cribado masivo y es ahora un monumental centro de vacunación. En cuanto lleguen más frascos habrá más llamamientos. Con todo, este sábado se supo también que AstraZéneca ha recortado las previsiones de envíos de vacunas a los países de la Unión Europea. Dicen que es preciso mejorar la productividad de su cadena de suministro. Mientras tanto hay mucho brazo que necesita ser pinchado. Quizás nuevas vacunas como la de Janssen, ya aprobada para ser empleada e inoculable en una única dosis, vengan al rescate.
Al menos la denominada “prueba de carga” en Expocoruña se solventó con éxito y la previsión apunta a que todavía con mayor precia en los procesos sería posible vacunar hasta a doce personas por minuto. El descomunal esfuerzo requiere equipos engrasados y que las personas que reciban la medicación puedan manejarse sin problemas de movilidad. La mayoría de los convocados en ese estreno entraban dentro de ese ámbito. “La verdad es que ha tenido todo un punto emocionante”, explica una de las enfermeras que trabajó en el turno de mañana. “Da la sensación de que estamos empezando algo grande”, apunta.
Todos los vacunados volverán a recibir un mensaje en sus teléfonos móviles para pasar de nuevo por la jeringuilla dentro de doce semanas. “Si algo se podría mejorar es el sistema de aviso porque no todo el mundo está acostumbrado hoy en día a estar pendiente de los SMS”, reflexiona Javier Iglesias, que observa que por ahí pueden explicarse algunas abstinencias. Aún así unos 20.000 gallegos de entre 50 y 55 años pasaron ayer por los centros de vacunación. Las previsiones más optimistas apuntan a que en poco más de dos meses todos los gallegos mayores de edad habrán recibido al menos un pinchazo y en verano se alcanzaría la ansiada inmunidad de grupo. “Demostramos tener capacidad para vacunar, ahora dependemos de que vayan llegando remesas”, valora Luis Verde, gerente del CHUAC. No depender de uno mismo nunca es buena noticia, pero la verdad es que al menos este fin de semanas es momento para ver el futuro de un color diferente al que tiñó el último año.