Amaneció este martes la prensa local coruñesa con una explicación unánime a la suspensión del “Abanca Riazor Live”, el ciclo de conciertos anunciados para este verano en el estadio de Riazor, vendidos desde María Pita como un gran acontecimiento que demostraba la capacidad de negociación del gobierno local para sacar adelante uno de los hitos del estío musical en Galicia, incluso en el noroeste de España. La culpa es del covid, se vendió como disculpa oficial. Se ve que hace 10 días, cuando sonaron bombos y platillos para anunciar los eventos, no había pandemia.
Todo iba sobre ruedas: presentación a cargo de la alcaldesa, cartel con numerosas estrellas nacionales e internacionales pagadas por la Xunta, alguna crítica de la oposición por la falta de artistas gallegos o cabezas de cartel femenino… Todo el mundo parecía contento, a pesar de que en los próximos días se irán desvelando algunas curiosidades de la empresa adjudicataria del certamen. “Temos claro cales son as nosas prioridades e apoiar a música local e galega é unha delas, así que este evento será para eles un escaparate importante de cara a presentar os seus últimos traballos”, explicó Inés Rey el pasado 25 de junio.
La alcaldesa, autonominada concejala de Cultura después de retirarle las competencias a Chero Celemín, por fin podía presumir de algo en un área que solo ha sido noticia por las dificultades para armar un equipo de trabajo y las broncas con su personal de confianza. Pero todo saltó por los aires este lunes, cuando finalizaba el plazo legal para formalizar el contrato con la empresa organizadora y se descubrió la incompetencia de la misma y los problemas de improvisar noticias a golpe de titular.
Pasó el 29 de junio, fecha anunciada para el inicio de la venta de entradas para los conciertos, y nada se supo. Y aunque la excusa de la pandemia vale para todo, lo cierto es que las cifras de incidencia del covid en A Coruña y su área son similares a las de las últimas semanas y que en el resto de Galicia sí se van a celebrar esos conciertos que en Riazor no se harán. No hay que ir muy lejos, apenas hasta Culleredo. Y este fin de semana (viernes y sábado) 1.500 personas podrán acceder a cada uno de los dos conciertos que dará Pablo López en el Coliseum.
Por lo tanto, la trola de Inés Rey y su gabinete no es más que eso, una trola más de un gobierno local acostumbrado a disfrazar sus tropiezos con una realidad paralela. Un embuste que ha pillado por medio también al banco patrocinado que daba su nombre al ciclo y donde se observa con perplejidad todo el sainete preparado en María Pita.
La verdadera causa de la suspensión de los conciertos de Nicki Jam, Hombres G y los demás integrantes del cartel anunciado tiene que ver primero con el aforo de Riazor, que según algunas fuentes, al no haberse tomado las medidas necesarias, no podría llegar al aforo previsto. Pero, sobre todo, el problema es que ni el Ayuntamiento ni la empresa organizadora han sido capaces de completar los veinte requisitos que el expediente administrativo exige para poder dar luz verde a un espectáculo de masas. Según las fuentes consultadas por diSÍnoticias, el empresario no pudo encontrar un técnico competente que asumiera el proyecto técnico necesario para sacar adelante la organización del evento.
Esa era la primera de las exigencias y ni la alcaldesa, ni el edil Borrego, responsable de Seguridad Ciudadana, ni el polivalente Lage Tuñas fueron capaces de hallar soluciones y, como casi siempre, han recurrido al engaño al contribuyente para intentar superar este nuevo fiasco que, a buen seguro, dejará secuelas en el pleno de este jueves.
Y mucho ojo a la empresa adjudicataria.