De la autora de “si se compra una vaca será porque tiene un establo” llega ahora el consejo de “dejar que transcurra un tiempo prudencial”. Inés Rey y su edil de Urbanismo, Francisco Dinís Diaz Gallego “Paco”, no dejan de montar ciscos con unas reordenaciones de los aparcamientos que fomenta el estacionamiento en batería y convierte en angostas calles en las que resultaba sencillo transitar. Rey insiste en que los cambios se toman tras dialogar con los vecinos, pero a día de hoy nadie conoce una persona a la que se le haya consultado. Ese es el sentimiento en la Praza da Palloza o en la calle Rey Abdullah las últimas damnificadas por el lápiz de Diaz Gallego, que dibuja una nueva e ilusoria ciudad desde su despacho.
En Rey Abdullah ya se han producido varios sucesos que tiran por tierra el invento de los rectores municipales. Un camión se quedó varado por la recién estrenada estrechez de la vía disponible para que circulen los vehículos. Tuvo que acudir la Policía Local para ayudar al conductora a salir marcha atrás hacia Fernando Macías. Todo sucedió apenas unas horas después de que los vecinos advirtieran de que eso iba a pasar. “Los cambios se hacen en base a un estudio previo de los técnicos de movilidad”, asegura la alcaldesa. Pero hasta los propios operarios que ejecutan esos cambios le comentan a los vecinos que ellos cumplen órdenes y que tampoco entienden el motivo de las variaciones.
“Si escuchas a los vecinos y visitas los barrios sabes qué quieren. Son obras desde un despacho. Inés Rey pide tiempo para A Palloza y Rey Abdullah, pero si un coche no gira, por tiempo que pase, no girará”, explicaba este viernes por la mañana el candidato Miguel Lorenzo en una entrevista radiofónica en Cope Coruña.
Mientras tanto en A Palloza los conductores han decidido aprovechar todo el asfalto para estacionar y ocupar un espacio vecino a la entrada del párking subterráneo que se ha delimitado como una suerte de acera en el asfalto. Quienes lo hicieron se encontraron este viernes con una multa en el parabrisas. O lo que es igual, primero le complican la vida a los transeúntes y conductores y luego se les reprime con multas. “Nos quedamos sin espacios de carga y descarga”, claman además los comerciantes y hosteleros de las calles en las que les toca esta singular lotería.