La plantilla del centro de mayores público de Oleiros ha dicho basta. Las condiciones laborales de la residencia pública gestionada por Fernando Martínez Quindimil hace tiempo que dejaron atrás la línea roja de la precariedad y ponen en riesgo no sólo al personal, sino también a los propios pacientes. El director del centro continúa acumulando quejas de trabajadoras y trabajadores que lamentan las dificultades que se encuentran para realizar sus cometidos y los desperfectos en unas instalaciones que «se caen a pedazos».
Así se manifiesta Mónica Fernández, delegada sindical por CUT, en La Opinión, señalando también a Política Social: «Son seis auxiliares en el turno de mañana para 44 usuarios en cada ala, hay dos alas en cada planta. En el turno de tarde somos tres nada más, y por la noche solo una persona. Sobre todo por la tarde y por la noche es terrible. La gente no sabe lo que es acostar a 44 grandes dependientes, tres personas, y al mismo tiempo vigilar la sala».
Desde la consellería aseguran que recientemente se crearon nuevos puestos de trabajo. Pero como apunta Fernández, eso sólo es mover el problema de sitio, no resolverlo: «Fue a costa de pasar a los compañeros de fin de semana a jornada completa de lunes a viernes».
40 plazas libres y una lista de espera kilométrica
Y toda esta saturación, sin que la residencia esté al completo. Porque la nefasta gestión de Martínez Quindimil provoca que la lista de espera, ya de por sí kilométrica, no se alivie pese a que todavía hay 40 plazas libres en este centro de mayores, que no puede acoger más pacientes porque no hay medios para atenderlos. Fuentes consultadas aluden a la poca capacidad de maniobra que muestra la Jefa Territorial de Política Social en A Coruña, María Blanco Aller.
Lleva siendo así desde hace mucho en esta residencia de mayores de Oleiros, en la que durante la última década se han producido numerosas protestas por parte de personal y familiares de los pacientes. Como en 2012 por suprimirle días libres, en 2013 por la amortización de plazas, en 2017, cuando se denunció que se apagaba la calefacción durante la noche, o hace ahora casi dos años, cuando en mayo de 2022 al menos dos personas consiguieron entrar en el interior de la residencia y camparon a sus anchas durante horas, entraron en la zona de administración y en varios despachos, causando numerosos destrozos y apropiándose de una importante cantidad de dinero en efectivo.