Las quejas de los vecinos del Orzán ya forman, por desgracia y vergüenza de quienes deberían evitarlas, parte del paisaje coruñés. La publicación de vídeos en las redes sociales para denunciar las cafradas que se suceden cada madrugada en la zona ponen en evidencia la inseguridad en una ciudad que semeja sin ley. Lo del “toque de no queda” y su cumplimiento parece una broma. Destrozos, peleas y estragos de todo tipo anuncian sucesos que de vez en cuando se convierten en algo peor. El episodio del apuñalamiento de hace una semana delante de uno de los epicentros de la movida nocturna en la zona así lo indica.
No hay presencia policial en las calles. Ni de día ni de noche. La inacción de las autoridades es tan palmaria que los vecinos empiezan a plantearse la posibilidad de ir a escote y contratar seguridad privada. Si no lo han hecho es porque tampoco vislumbran que sea una solución efectiva. En otros puntos de la ciudad el ruido de la ciudadanía acabó por despertar a los políticos. En Os Mallos se negó la mayor, nada ocurría allí según la versión que salía desde el Palacio de María Pita hasta que las evidencias fueron tantas que no quedó más remedio que admitirlo y anunciar que se iban a buscar soluciones.
Pero los paños calientes ya se enfriaron. No hay jornada en la que el parte de sucesos no se engrose en Os Mallos. En la noche del jueves al viernes se reportaron dos robos en establecimientos del barrio, una pescadería y una carnicería, destrozos y pírricos botines para los cacos y una lamentable sensación de indefensión para los pequeños empresarios que sufren ese tipo de asaltos. Durante el sábado por la mañana se produjo también, a plena luz del día y con total impunidad, el robo de un bolso a una señora ante un supermercado de la Avenida dos Mallos. Mientras tanto prosigue, también a la vista de todos, el trapicheo y el trajín por puntos de venta de drogas, que no sólo se localizan en Os Mallos. Prácticamente cada barrio de la ciudad tiene al menos un punto activo, un foco de conflicto en definitiva.
Un centenar de pisos o locales siguen okupados en A Coruña. En varios de ellos son frecuentes los incidentes. Mientras todo eso sucede el ayuntamiento se apresta a empezar a utilizar un nuevo arsenal de material adquirido con sobreprecio para recaudar dinero mediante multas a quienes le pisen de más al acelerador en avenidas de varios carriles.