El vídeo es de esta madrugada, lo comparte la cuenta de twitter @NeiraAitor y es demoledor. No son las primeras que se ven por el centro, pero que un enjambre de ratas transite por la calle de la Galera de local en local y así haya sido plasmado en una imágenes debe invitar no sólo a la reflexión sino a una actuación inmediata. Y, sobre todo, a evitar la habitual tentación de echarle la culpa al empedrado (léase cualquier otra administración). La insalubridad se apodera del centro de A Coruña, una ciudad en la que sus rectores se han mostrado incapaces de encontrar una solución a un problema medular. “¿En qué artículo de la ley viene que nos tengan que comer las ratas?”, bromeaba Inés Rey el pasado mes de febrero cuando advertía que el ayuntamiento pone los medios para desratizar la ciudad. Se ve que, al menos en el centro, hay trabajo por hacer.
El ayuntamiento que dirige Inés Rey invierte cada año 48 millones de euros en la limpieza y mantenimiento de una ciudad en la que ahora ya no es una leyenda que las ratas campan a sus anchas, cruzan por los Cantones o anidan en colegios, como ocurrió la pasada semana en el CEIP Anxo da Garda.
Las ratas se han empadronado en A Coruña, donde cada anualidad salen, de media, de los bolsillos de los coruñeses 192 euros por cada vecino para que se limpien las calles y se recoja y se gestione la basura. “El nombre de A Coruña no puede seguir apareciendo relacionado con la suciedad de sus calles cuando siempre fue lo contrario”, le reprochó Inés Rey a Xulio Ferreiro en mayo de 2019, poco antes de las elecciones que la encumbraron a la alcaldía con el apoyo de la Marea. “La limpieza de nuestros barrios tiene que ser una obligación para cualquier gobierno y no una acción propagandística que, además, en este caso, se queda sólo en eso, propaganda”, incidía la entonces candidata socialista.
“La limpieza no entra en los planes de la Marea”, explicaba Inés Rey hace cuatro años y medio. Tiempo ha tenido para aplicar sus planes, quizás para pasarse por la calle de la Galera y entender que una ciudad sucia y con ratas no sólo es un problema de salud pública sino también un entorno en el que no se genera ni riqueza ni bienestar