Partieron, no podía ser de otra manera, desde la Plaza del Humor, cruzaron María Pita y llegaron al Puerto. Allí ya aguardaban a las autoridades, presidente de la Xunta y su delegado en A Coruña, alcaldesa y el máximo mandatario de la Autoridad Portuaria. Varios de los representantes del anterior gobierno local que regía los destinos de la ciudad caminaron a su encuentro con banderas valencianas en la mano, escoltados por falleras y varios acólitos que transportaban algo que quería simular una paella. “De percebes e de grelos”, aclaró María García, portavoz de la Marea Atlántica.
El Gobierno central firmó el pasado otoño la condonación de una deuda de 350 millones de euros al Consorcio Valencia 2007, el organismo público que financió las obras para que el puerto acogiese la celebración de la Copa América de vela. Aquel tiempo de pan y circo se liquidó con un pacto que propició que Compromís, la coalición izquierdista en la comunidad, apoyase a Pedro Sánchez en su investidura. El Consorcio valenciano es una entidad participada por el Estado, la Generalitat y el ayuntamiento de la ciudad que según el Ministerio de Transportes no tiene que ver con el puerto. “Se creó para un evento deportivo”, dicen.
La Autoridad Portuaria tiene un pasivo que supera los 304 millones de euros, un desequilibrio derivado de las obras del puerto exterior, promovido en su día por el Gobierno para evitar el tráfico de mercancías peligrosas en la ría, y que lastra su capacidad para conseguir préstamos que se puedan destinar a actuaciones en infraestructuras. Por eso se negocia que el erario público costee la imprescindible conexión ferroviaria a Langosteira.
Desde que se supo que en Valencia se barajaba la opción de la condonación, la unanimidad para solicitar un trato similar ha sido casi total en A Coruña. Por eso el 3 de septiembre de 2018 sorprendió el dictado de Xulio Ferreiro, entonces alcalde de la ciudad. “Se os casos son distintos, as solucións non teñen por que ser idénticas”, explicó entonces. Y aclaró que el objetivo no variaba y era el de que no se malvendiesen instalaciones portuarias a intereses inmobiliarios.
Ferreiro se creyó capaz de llegar a otro tipo de acuerdos con Madrid y pidió pista libre: “O único que lle pido ao PP é que non moleste”, dijo entonces. Xiao Varela tuvo que salir a la palestra como hombre escoba para aclarar: “A débeda que ten a Autoridade Portuaria é impagable polo que é preciso, ou ben condonala, ou ben procurar unha compensación económica equivalente”.
El tiempo paso y no hubo soluciones. Valencia las encontró, A Coruña no. Ahora llega el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo a aportar las suyas en un intento de anotarse el tanto que otros no supieron marcar porque desde la llegada de Inés Rey los pasos del gobierno local fluctúan entre la tibieza y los juegos florales de una cumbre que pareció una meseta. Resulta evidente que la alcaldesa está atrapada entre los intereses de partido y los de la ciudad.
Y mientras tanto María García, la portavoz del grupo político que gobernó en María Pita entre 2015 y 2019, se presenta en el Puerto escoltada por falleras y sosteniendo en su mano, derecha, una bandera valenciana lanza una arenga: “Se se condonou a débeda en Valencia, pódese condonar na Coruña. A única diferencia é que alí quen goberna defende a súa cidade”, aseguró.
Fue entonces cuando las falleras empezaron a gritar: “¡Condonación”