Todo surgió a raíz de una moción que presentó Marea Atlántica en la Diputación. La pilotaba Alberto Lema, que acudió al pleno del organismo provincial con el apoyo de una veintena de colectivos que pretendían que el Teatro Colón se pasase a denominar María Casares. Y ahí se prendió la mecha de una anodina sesión en la que se iba pasando de moción en moción. Ocurrió que el portavoz municipal en A Coruña, y diputado provincial, José Manuel Lage Tuñas habló de revisionismo y de una manera “inclusiva” de entender la sociedad y pidió la palabra Angel García Seoane, alcalde de Oleiros. Y ahí se lió. Algo ocurre con Lage Tuñas que últimamente no deja de tener agrios enfrentamientos dialécticos con políticos que se sitúan a la izquierda. En el último pleno municipal se enganchó con Francisco Jorquera, del BNG. “Non me va a intimidar”, le espetó a Gelo, mientras el veterano alcalde de Oleiros le calificaba de «bravuconcito». Desde su púlpito presidencial, Valentín González Formoso repartió sin mover un músculo, entre displicente y ajeno, la palabra entre su mano derecha en el partido y su aliado en la Diputación.
Lage, y con él los socialistas, obviamente, votaron en contra de que el Teatro Colón cambiase de nombre. Se alinearon ahí con el Partido Popular, por más que Lage quisiera situarse de inicio cerca de los postulados de los peticionarios. No lo consiguió. “El Concello está a facer iniciativas bastante potentes sobre María Casares, pero non se trata de facer revisionismo”, abrió.
Y ahí ya empezaron las incomodidades. El controvertido político de Outes aludió a que “non temos necesidade de desvestir santos” y defendió que María Casares merece un espacio público para honrar su figura. Rosa Gallego había apuntado que podía ser el teatro del Fórum Metropolitano o el del Ágora. A ese debate se sumó García Seoane.
Gelo anunció al tomar la palabra que “non tiña pensado intervir”, pero empezó a aportar ideas sobre como articular alguna solución en A Coruña y a Lage no acabó de parecerle bien. “Son contrario a andar movendo nomes, excepto que sea algo moi claro de xente asasina”, anticipó antes de empezar la clase de historia. “Colón descubrió América, pero despois o que fixemos alí manda truco. A historia as veces vale a pena non recordala moito. María Casares tiña unha casa en Oleiros, como todos os intelixentes que queren vivir ben. Viviu Oleiros intensamente, foi unha gran artista e mrece ser recoñecida. ¿Pode ser o Teatro Colón? O que non se lle pode dar é un arrabal calquera. Vou votar que sexa o Colón ainda que sei que non se vai aprobar… Pero pode ser o Palacio da Opera”, sugirió antes de entrar en contradicción con la posición que apoyaba: “Deixemos tranquilo ao Colón, que se non fora pola Deputación iba ao carallo como tantos cines ou teatros na Coruña”.
Rosa Gallego le sugirió a Gelo que levantase un teatro en Oleiros. A veces hay que tener cuidado con lo que se pide, pero en el debate ya sólo había ojos para Lage. “Presentamos unha moción promovida por vinte asociacións ás que vostede chámalles revisionistas”, protestó Lema. La réplica de Lage echó gasolina al fuego. Sostuvo la acusación de revisionismo -“claro que sí”- y agregó la de “infantilismo político”. Y acusó a quienes querían cambiar el nombre del Colón de que todo es por una cuestión de nombres más o menos afines. “Se en vez de chamarse Colón se chamase Ché Guevara, por decirlle un nome, ou se chamase Pablo Iglesias. Ou se falamos de Konrad Adenauer, por dicir un conservador, ¿qué lles parecería?”. Y concluyó Lage: “Non se pode ter estes debates en profundidade porque sempre nos quedamos en meter o dedo no ollo”.
Para entonces quien tenía un ojo muy irritado era Gelo, que escuchó Ché Guevara y empezó a revolverse entre las profilácticas mamparas que delimitaban su escaño. Luego sacó el bazooka y disparó contra Lage. “Non e raro escoitar do señor Lage o que aquí se dixo. E unha persoa que igual traballa para o PSOE que logo o fai para o PP e logo volve a o PSOE”, le espetó antes de retomar glosar la figura de Guevara a la que situó muy por encima de la de Colón. “Hai un monumento ao que se refire vostede que foi doado pola Escola de Arte de Cuba ao Concello de Oleiros”, defendió. Lo cierto es que Lage no aludió directamente a nada que emparentase al Ché con Oleiros, pero Gelo ya estaba lanzado: “O Ché foi unha persoa emblemática, defensor dos pobres, loitador e libertador. Fálase de Colón, pero ¿a cantos libertou Guevara en África o en América, cantos países lle deben a liberdade que ten agora?, preguntó.
Gelo prosiguió y entró en otra disputa dialéctica que se suscitó sobre la presencia de “arrabales” en A Coruña: “Eirís Vello, o pobo das Xubias, a zona miserable da Ponte da Pasaxe. Eso é arrabal e tristeza”. Pero Lage replicó: “Sinto que non estean acostumados a que lles contesten ou a que os debates non se resolvan con bravuconerías ou poñendo a pistola sobre a mesa. Pero a min non me van a intimidar”, le espetó al alcalde Oleiros. “Se o fai para provocarme atoparame sempre enfrente. O nivel político se demostra con argumentos. Eu só puxen un exemplo. Acaso ten vostede o patrimonio do Ché?”.
Mientras unos y otros trataban de discernir quien había provocado a quien ya apenas se hablaba de María Casares. Y mucho menos de Colón, del que Lema terció para apuntar que no discutía su valor histórico. “Non me interesa”, apuntó antes de despejar dudas: “Eu respecto a figura de Colón, que tal vez sexa pontevedrés, pero esto e A Coruña”.
Lage y Gelo ya andaban a otras cosas. “Xa sabe o que ten que facer. Se quere cambiar o nome preséntese ás eleccións. Xa o fixo e os coruñeses dixéronlle o que lles parecía”, le espetó el portavoz socialista en María Pita al alcalde de Oleiros, que presentó a Alternativa dos Veciños a los últimos comicios municipales y recibió 2.916 votos. “Voume volver a presentar”, le anunció antes de defender que representa a esos vecinos y echar una curiosa cuenta. “Podo falar da cidade da Coruña porque represento a 3.000 votantes que contando ás súas familias son 5.000 persoas”. Y dejó en el aire una definición sobre las maneras de Lage. “Dí que eu son un bravucón, pero vostede é un bravuconcito que ten un faán de poder que dudo que o leva á meta que se propón. Alá vostede e os que lle avalan”, concluyó.
Impertérrito, González Formoso llamó a votar. El sí al cambio de nombre del Colón consiguió 5 votos y el no suscitó 24 apoyos.