Al día siguiente de que las urnas les pusiesen frente a una responsabilidad de gobierno, un preclaro integrante del entonces precario andamiaje de la Marea Atlántica reflexionaba acodado en la barra de un bareto no muy lejano de María Pita: “Vamos a tener que currar como chinos y los sueldos van a ser una basura”, expresó en perfecto castellano. Marea Atlántica había llegado para darlle unha volta a la vida política de A Coruña… pero desde la oposición. Fue en la victoria cuando unos pocos (los que conocían el mercado laboral) se dieron cuenta de un problema que apenas un año después verbalizó Xulio Ferreiro en una reunión, informal dijeron, con periodistas. “Nos hemos pasado de frenada con lo de los sueldos”, apuntó el exmagistrado suplente de Lugo, disgustado porque “por 32.000 euros no es fácil atraer a las personas que querríamos”.
Ferreiro tenía la remuneración más alta de un político en el ayuntamiento y estaba en los 40.000 euros brutos, unos 2.500 euros al mes, una retribución que tampoco está mal, pero que se sitúa muy por debajo de lo que ingresa quien rige cualquier compañía de medio tamaño. Y, claro, el Ayuntamiento de A Coruña no es una pyme, había que gestionarlo y tampoco resulta sencillo hacerlo cuando lo primero que haces es vituperar al funcionariado. Ocho años después la alcaldesa de A Coruña cobra desde hoy un salario de 75.500 euros y los concejales con dedicación exclusiva llegan a los 64.582 euros, excepto los tenientes de alcalde José Manuel Lage Tuñas, Yoya Neira y Gonzalo Castro, que engrosan en 5.000 euros esa cifra. Lage tomó la palabra en el pleno municipal que aprobó por unanimidad esas cantidades para aludir a la dignidad y al esfuerzo. “As responsabilidades públicas levan consigo tempo e adicación”, ilustró el número dos del concello coruñés, que advirtió que el trabajo en el ayuntamiento no conoce horarios. “Son 24 horas, sete días á semana e 365 días ao ano”, completó.
Lage tuvo una mañana más grata de lo habitual. El portavoz de la oposición, Miguel Lorenzo, le agradeció su talante en las conversaciones para definir la organización del funcionamiento municipal para los próximos cuatro años. “En todo acuerdo tiene que haber cesiones”, explicó Lorenzo mientras miraba a Francisco Jorquera, líder del BNG que expresó, con levedad, algún reparo. Por si acaso, Lage ya había dejado claro que los nacionalistas también son oposición al gobierno de Inés Rey, por más que hayan permitido su investidura. Jorquera dejó clara también su posición: “Os socialistas decidiron gobernar en solitario e en minoría”, zanjó. Así que mientras los protagonistas del acuerdo para la reciente investidura de Inés Rey se empeñaban en marcar distancias, Lorenzo volvió a dirigirse a Jorquera para afearle que esas decisiones se tomasen en Santiago. “Ana Pontón marcó las directrices”, acusó el portavoz del Partido Popular, que recordó que hubo casi más de 6.000 coruñeses que le votaron a él y no a la alcaldesa.
Pero allí, en un pleno breve y con un único punto en el orden del día, habían acudido a hablar de otra cosa. Y Lage estaba por la labor de ser “pedagóxico”. El politólogo de Outes sintió la necesidad de explicar el motivo por el que los salarios de los “servidores públicos” tienen que situarse en estándares de lo que él entiende como “dignidade”. “Sempre son asuntos que despertan certo interese, e máis agora que suprimiron o Sálvame”, deslizó en una de sus habituales alegorías. Y ahí se lanzó. Al acabar reflexionó y concluyó con un “sei que me podo aforrar estes comentarios”, pero no lo hizo. Lage apuntó, sin citarles, a los responsables de la Marea Atlántica y su contención salarial. “Houbo persoas que, lexítimamente, querían inventar a Roda. Pero a roda xa estaba inventada”, apuntó antes de recordar que los salarios para los gobernantes herculinos están un 20% por debajo del máximo legal y a continuación disparar con bala a “os populistas”. “Por sorte, os sarpullidos teñen durado pouco tempo. Teñen sido bastante nocivos para a sociedade”.
Y ahí, sí, llegaron los sarpullidos. Los dirigentes de Marea Atlántica se explayaron a través de las redes sociales (Lage les había recordado también que no podían hacerlo en el pleno porque la ciudadanía así lo ha determinado). “En política é importante saber perder, pero tamén hai que saber gañar. A falta de humildade do goberno local nas últimas semanas produce moito bochorno”, apuntó la exportavoz mareante María García. “Pola mañá critican os salarios altos na dereita e pola tarde insultan á esquerda que o primeiro que fixo foi rebaixarse os seus salarios”, censuró la exedil Silvia Cameán. Iago Martínez pidió establecer comparaciones respecto a corporaciones anteriores y observar el reparto de dedicaciones (implica el porcentaje de salario a recibir) entre los ediles. Lage durante su alocución se había congraciado del generoso reparto de dedicaciones con “os partidos da oposición” (sic). El rictus de Jorquera apuntaba una cierta estupefacción: había presenciado como su nuevo socio de investidura despedazaba a quienes habían calentado el asiento que ahora él ocupa.
“¡Se nos criminalizaba!”, exclamó el portavoz socialista, que alzó la voz para “falar claro fronte ao populacionismo e o negacionismo”. Y se remitió a la Cortes de Cádiz para reivindicar que el ejercicio de la política debe estar abierto no sólo a las personas con recursos. Lage quiere pan para todos, pero no pan de panificadora y recordó que a un servicio público como el que asume él “ninguén ven a lucrarse”. “Expoñémonos á crítica, a fiscalización e control, pero facendo algo noble”, dejó claro.
Así las cosas la maquinaria municipal empezará a coger velocidad de crucero. Y Lage ya anuncia que antes de finales de septiembre hay trabajo por hacer. En el acuerdo de investidura con el BNG fijaron esa fecha como límite para entablar conversaciones para que el próximo 1 de enero entre en vigor un nuevo presupuesto, tras un año con las cuentas prorrogadas o funcionando a base de modificativos. Todo fue tan amable que hasta Lage miró a los ojos de los escaños ocupados por los doce concejales del PP y les confesó: “Non imos facer como que esa bancada sea invisible. Haberá diálogo. Esa é a práctica política. Non descartar ao adversario porque sea adversario”.
Así que la alcaldesa, algo mustia, dio por concluida la sesión y allí resonaron las últimas palabras de Lage, que como siempre fue quien abrió y cerró el turno de intervenciones. “Debemos de estar todos contentos porque A Coruña sea a única cidade de Galicia na que a oposición teña un papel relevante nun pleno de organización. O que debe haber sempre é respeto”, zanjó mientras los sarpullidos ya empezaban a brotar.