En la última semana, un sector de la oposición y algunos medios de comunicación locales han querido plantear como un drama la salida de Lanzada Calatayud del puesto de gerente del Consorcio Turismo de A Coruña, un ente dependiente del Ayuntamiento del que también forman parte el Puerto, la Cámara de Comercio y la Confederación de Empresarios.
La atolondrada forma de gestionar el despido de Calatayud ha ayudado a incrementar esa imagen de víctima que se ha intentado crear de la que, sin lugar a dudas, con los datos previos a la pandemia en la mano, ha sido la peor gestora del consorcio turístico coruñés desde su puesta en marcha por parte de José Ejarque en los tiempos de Paco Vázquez como alcalde. El Ayuntamiento ha decidido limitarse a un escueto “pérdida de confianza” con el que zanjar la relación laboral con una gerente que fue contratada en la etapa de la Marea Atlántica al frente de María Pita, con Alberto Lema como edil de Turismo.
Pero la verdad va mucho más allá de esa pérdida de confianza. En el área de Alcaldía se han documentado no menos de veinte episodios que han denominado como “traiciones”. Así las llaman los más cercanos a la alcaldesa, Inés Rey. La gota final para rebosar el vaso llegó en la última edición de Fitur y estalló durante un viaje con la propia Calatayud a Málaga la semana pasada. La principal de esas traiciones a las que se refieren en la planta noble de María Pita se refiere a la ausencia de Inés Rey en Fitur. El entorno de la regidora observó atónito como la coruñesa fue la única ausente entre los responsables de las principales ciudades gallegas.
Puestos a pedir explicaciones, los jefes de gabinete pudieron comprobar como mientras Lanzada Calatayud desanimaba a la alcaldesa diciéndole que su presencia no era necesaria, que iba a asistir poca gente y que casi ninguna autoridad acudiría, la misma gerente se empleaba a fondo para movilizar a los colectivos locales relacionados con el turismo para lanzar su oferta en Madrid.
De ese tipo de maniobras, Alcaldía encontró varias. A los más cercanos les explicaron que le echaran un ojo a las redes sociales de Turismo de A Coruña y comprobaran la ausencia en las imágenes de la regidora. La omnipresente Calatayud apenas cedía protagonismo a la alcaldesa, ni siquiera en los actos conjuntos. A ello se sumó el descalabro de Alvedro, que se encuentra en las peores cifra de lo que va de siglo y que ve como Vigo y Santiago le arrebatan vuelos, frecuencias y compañías que no han encontrado atención ni comprensión en A Coruña.
La pandemia paralizó una salida que estaba prevista desde el mismo instante de la toma de posesión de Rey, pero que se fue retrasando hasta que el viaje a Málaga detonó una relación que era inexistente desde hace meses. La cohorte de defensores de Calatayud, algunos medios locales y un par de periodistas especializados en el sector turístico, han ensalzado unos logros desconocidos de la gerente saliente por intereses personales curiosos. Los más discretos elogian el buen talante de la destituida, pero en el fondo subyacen otro tipo de intercambio de favores, léase en publicidad y publicaciones.