Ocurrió para empezar la semana y esta vez fue en la zona del Peruleiro, en la calle Arquitecto Rey Pereira. En la panadería Da Cunha, una de las más populares del entorno, estaban despachando y de pronto entró una persona con una navaja. Se llevó todo el dinero que fue capaz de coger. Pasó allí como antes sucedió en otros sectores de la ciudad. En Os Mallos la gente ya ha salido a la calle, pero las quejas se suceden, sobre todo en los barrios más alejados del centro. Vecinos y comerciantes del Agra del Orzán, Ventorrillo o As Conchiñas ya han alzado la voz para expresar su desasosiego, se sienten desprotegidos por un ayuntamiento incapaz de garantizar una presencia policial que vaya más allá de multar coches.
Pero el virus de la inseguridad se ha extendido por toda la ciudad. La semana pasada se denunciaron robos en establecimientos de Os Castros, Plaza de España, Alfredo Vicenti, Puerta de Aires, Rúa Alta, Santa Margarita y San Andrés. El mapa de los asaltos no es reducido y la inquietud crece. En el primer fin de semana de octubre se denunciaron además 32 robos en el interior de vehículos, un hecho que desde los cuerpos policiales no dudan en calificar de “oleada”. Barrio de las Flores, Eirís y Ventorrillo fueron los barrios más afectados, pero también se ha detectado un incremento de los robos en coches estacionados en la zona de la Plaza de Lugo. Una ciudad en la que su gente se siente desprotegida no es una buena ciudad para vivir.
El asunto que ya toca de lleno en el Palacio de María Pita. Primero se produjo una negación. “La ciudad es segura y los índices de criminalidad muy bajos. Son situaciones puntuales porque los coruñeses se sienten seguros y protegidos”, afirmó la alcaldesa Inés Rey el pasado 14 de julio. En septiembre insistía: “Estamos reforzando la seguridad en algunos puntos de la ciudad donde hay conflictos puntuales”. Ahora su discurso ya es muy diferente, sin salirse, eso sí, del slogan: “La seguridad es algo que nos preocupa y nos ocupa. Trabajamos en reforzarla”, explicó Rey la semana pasada. Del edil Juan Ignacio Borrego, concejal de Relaciones Institucionales, Turismo y Seguridad Ciudadana, las noticias existentes invitan a pensar que se debe ocupar de los dos primeros menesteres.
La oleada de robos llega unida al aumento de okupaciones de viviendas y bajos comerciales o la proliferación de puntos de trapicheo y venta de droga en una ciudad en la que también se negó el regreso de la policía de barrio y, posteriormente, se anunció la creación de una “policía comunitaria”, medida que se presentó en una surrealista puesta en escena del ayuntamiento ante asociaciones de vecinos y comerciantes convocados en el centro cívico de Os Mallos. Allí se les presentó en un sobrio powerpoint, el pasado 23 de septiembre, “la futura policía comunitaria” y se les detallaba que ante una urgencia debían de llamar al 092.
El edil Borrego, allí presente, anunció que todo se pondría en marcha tras hacer primero un “diagnóstico” y un “mapa completo” de la situación. Y explicó que no es que haya más robos en la ciudad sino que se suman los delitos informáticos y por eso parece que se ha engrosado la cifra. La presentación no mereció ni una mención en las activas redes sociales a través de las que el ayuntamiento informa de sus actividades a los ciudadanos y que aquel día glosó la presencia del teniente de alcaldesa Borrego en la inauguración del Festival Mar de Mares, donde disertó sobre la necesidad de reflexionar sobre el futuro de los océanos.
“La vigilancia es constante”, explicaba en aquellos días la alcaldesa. Pero a pesar de ese supuesto despliegue los robos y la violencia no cesan. “Tenemos un gobierno municipal pasivo mientras los policías locales siguen protestando todas las mañanas delante del ayuntamiento para que se les dote de los medios necesarios para hacer su trabajo”, sostiene desde el Partido Popular la portavoz municipal Rosa Gallego. El BNG pide que se trabaje para “rexenerar os barrios, perseguir os actos delictivos, pero tamén impulsar políticas que faciliten o acceso á vivenda e evite situacións de exclusión”. Marea Atlántica va también en esa línea y asumen situaciones “complexas” en algunos barrios coruñeses, para los que piden más inversiones.
Mientras tanto los vecinos aguardan soluciones ejecutivas e inmediatas. El siguiente robo puede que ya se haya producido.