Que la Marea Atlántica es un fenómeno político agonizante ya no lo discute ni siquiera Iago Martínez, edil vigués del ayuntamiento de A Coruña, propietario absoluto de la marca y del timón de un proyecto que avanza hacia la irrelevancia. Cruzado el ecuador del mandato, su papel, al margen de las golosas remuneraciones pactadas en su día con Lage Tuñas, poco de provecho han aportado a la gestión del día a día de los coruñeses, algo que en realidad tampoco es su máxima prioridad en estos momentos.
Y es que el punto de mira de los mareantes está en su propia supervivencia como formación política, algo que se complica en el horizonte por la decisión de Podemos de presentar por primera vez una lista propia en las ciudades gallegas, que ya se materializó con la salida de Isabel Faraldo del grupo de la Marea, como antes con la marcha de Xiao Varela (y antes incluso de José Manuel Sande o de Rocío Fraga) criticando la línea marcada por un Iago Martínez que no admite las disensiones internas y que ha reducido a la nada el debate interno sobre la estrategia y la hoja de ruta de la formación.
En su enésima pirueta, el futuro del concejal olívico pasa por las manos del madrileño Íñigo Errejón y su nueva plataforma, Más País, que busca aliados en todos los territorios para convertirse en la fuerza dominante a la izquierda del PSOE desde un ecologismo moderado con el que captar un voto transversal. La contradicción radica en que la irrupción de Martínez en la lista supuso la purga de los dos representantes de Equo en el anterior mandato, Eugenia Vieito y Daniel Díaz Grandío. Y resulta que Equo es el socio estratégico de Más País en su expansión territorial.
Pero Iago Martínez confía en manejar esas discrepancias a través de su relación personal con el núcleo duro de Errejón, toda vez que las diferencias con Podemos son irreconciliables. Conviene recordar la tensión con Yolanda Díaz a la hora de arbitrar una candidatura única en Galicia. Y nadie ha olvidado la traición de Xulio Ferreiro y el propio Martínez hacia la formación morada en las campañas electorales previas a las municipales del 2019, donde la Marea evitó pedir el voto para Iglesias y ninguno de sus dos principales referentes acudió a su mitin.
La confluencia con Más País permitiría a Iago Martínez una segunda carambola nada despreciable: salvar la continuidad de su inseparable Silvia Cameán en la primera línea política.
Cameán entró en el palacio municipal como asesora de Esquerda Unida y cumplirá en el 2023 ocho años como concejala, el plazo máximo recogido en los estatutos de la Marea para ocupar un cargo público. Si se constituye un nuevo sujeto político, esa limitación podría soslayarse con cierta tranquilidad. Y en el paquete podrían entrar María García o Alberto Lema, descolocados tras saltar por los aires la candidatura rupturista, que pasó de la alcaldía a tercera fuerza y a ser prácticamente irrelevante en la vida política coruñesa más allá de las fotos que les regala de vez en cuando la mano derecha de la alcaldesa, José Manuel Lage Tuñas, para evitar una ruptura absoluta.