Si hay algo que rara vez puede echársele en cara al pueblo gallego, en su solidaridad. Por eso, cuando se dan contratiempos como el sucedido en los últimos días en los hospitales de toda Galicia, el causante hay que encontrarlo más arriba. Casi 30 operaciones han tenido que ser aplazadas por falta de sangre, en una muestra más de la mala gestión desde la Axencia de Doazón de Sangue.
En 2015 se creó la Axencia de Doazón de Órganos e Sangue (ADOS) en la que se intergró el Centro de Transfusión de Galicia, creado en 1998, un organismo público que fue el primero de su categoría que obtuvo certificado de calidad, que desarrollaba intensas campañas informativas y era un referente en el mundo de la solidaridad. Con el cambio de denominación y de gestores vinieron los problemas.
Porque la preocupación con el nivel de reservas de sangre son habituales en determinadas épocas del año. Pero precisamente por ser un hecho que se repite y ante el que no se toma ninguna medida, hace que la gestión roce la incompetencia. Sobre todo cuando se trata de los grupos 0 y A positivo, los más comunes entre la población.
No hay prevención ni tampoco mejoras en el trato de todos los donantes que están dispuestos a acudir de forma desinteresada. Desplazarse a hospitales, tener que pedir cita o las largas esperas son factores que desde luego no incentivan a la población para poner solución a un problema que se repite.
Desde la ADOS se responde con excusas. En verano, que si la ola de calor, en diciembre, que si el puente y los festivos. Y mientras, los pacientes ven cómo tienen que reprogramar sus intervenciones, con todo lo que ello conlleva.