Alimentada por su propia propaganda, la clase política se pega de vez en cuando bofetones de realidad. Nada como mezclarse con los vecinos para entender las diferencias entre la cocina de los mensajes y el menú del día que consumen los comensales. Y conviene tener templanza. Inés Rey, alcaldesa de A Coruña, no la tuvo en su vista al Castrillón, donde acabó atribulada, enredada en discusiones y con alguna frase para el recuerdo. “Si no os gusta la obra, en dos años hay elecciones y ya votaréis”, le espetó a varias de las personas que le intentaban explicar que el nuevo aspecto de las calle Monte das Moas y Avenida da Concordia complicaba la vida a varios de los negocios que alberga.
A vueltas con la peatonalización, los coches han desaparecido en unos tramos en los que trajín es continuo y en el que ya antes era complicado encontrar espacio para estacionar siquiera para efectuar labores de carga y descarga. Los trabajos que allí realizó el ayuntamiento han suscitado enorme controversia entre los vecinos y la visita de la alcaldesa a contar las bondades de la obra desató indignaciones. Inés Rey habló de calidad de vida, de “espazos públicos amplos” e de “cidade amable, grata, accesible, humana e sostible”. Los vecinos y trabajadores de la zona le contaron que para ellos calidad de vida es llegar a fin de mes. Que, por defensa, la alcaldesa expusiera que la inversión en la zona casi llega al millón de euros no hizo más que encender aún más los ánimos.
Quizás la calle sea más bonita, pero la belleza no siempre alimenta. E Inés Rey se encontró con una contestación popular que no se esperaba porque la gente no se cortó ante la autoridad y tardó casi una hora en recorrer la calle. Así lo recogieron varios medios de comunicación de la ciudad, no precisamente el Concello a través de sus redes sociales, donde seleccionó convenientemente una conversación de la alcaldesa con una persona que elogió el maquillaje efectuado en la calle Monte das Moas, que por cierto lucía casi desiertas.
El valor que marca la diferencia entre un alcalde y un político tiene que ver con su capacidad para escuchar, asumir las peticiones de la gente y tratar de buscar soluciones. Inés Rey optó por la discusión y el enroque. “Si no os gusta la obra, en dos años hay elecciones y ya votáis”, tiene un deje de desapego y de desprecio, un aroma a que estamos ante una alcaldesa para todos sino para los que ganan.
Rey defraudó en el Castrillón. “No se puede contentar al 100% de la población”, resumió tras la visita. Pero al menos habría que intentarlo. A la alcaldesa no le vota el 100% de los coruñeses, pero se debe a todos ellos. ¿Dónde vamos a aparcar?, le preguntaba la gente. “¿Usted sabe lo que cuesta una plaza de garaje? Pero es que además no hay garajes…”, trataron de explicarle. “Si la calle tiene un solo sentido y un único carril y no hay zona de carga y descarga, ¿cómo se abastecen los negocios?”. La respuesta que da la alcaldesa remite a las urnas.