Los conductores más indignados apuntaban a lo que en realidad es una fantástica iniciativa, la 5K Leyma Coruña, una carrera popular que congregó a más de 1.500 atletas aficionados y que además sirvió para realizar una aportación económica a favor de la Asociación Española contra el Cáncer. Los más reflexivos apuntaban a la imprevisión, a la escasa cintura que propició en una lluviosa mañana dominical un monumental atasco en A Coruña.
El colapso afectó sobre todo a los vehículos que querían salir de Monte Alto o Atochas hacia la salida de la ciudad. A Coruña es un istmo en el que básicamente tres cuellos de botella unen esas populosas barriadas con el resto. En la mañana de este domingo durante varias horas el único corredor que permaneció abierto fue el del túnel de María Pita, donde la cola de vehículos llegó hasta más allá de la mitad de la calle de la Torre. Se tardó más de una hora en recorrer el trecho entre ese punto y la Plaza de Ourense.
El paseo marítimo estaba cortado a la altura de Salesianos, tampoco estaba transitable por delante del edificio de Hacienda. No había salida por ahí. La tercera alternativa era San Andrés, pero desde el pasado mes de marzo esa vía es peatonal todos los domingos entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche. La previsión meteorológico era de lluvia, se sabía que la carrera popular iba a cortar la vía más próxima al Orzán, pero a nadie se le ocurrió valorar que San Andrés podía descongestionar el tráfico, al menos hasta que en torno a las doce de la mañana la circulación se reabrió en el Paseo..
Así, mientras los coches colapsaban el túnel de María Pita, San Andrés lució como un erial, desierta, sin peatones ni circulación, como si sobrasen calles para no convertir Monte Alto en la Isla de Arousa. Claro que a grandes males siempre se puede aportar grandes remedios. Hubo quien para transitar hasta la zona de Os Rosales optó por salir por la calle del Orzán y a la altura del viejo Cine Goya entrar en el aparcamiento subterráneo del Paseo Marítimo. Por el subsuelo podía circularse sin problemas hasta la salida de las Esclavas, donde la vía ya estaba expedita.
La excursión, realizada por varios conductores, suponía entre diez y veinte céntimos de “peaje”. La imprevisión y la falta de cintura para ofrecer soluciones obliga a e eso, a pagar por circular por la ciudad. La otra solución, ya lo dice la alcaldesa, era mojarse por el camino porque del calvario que pasaron conductores de buses y taxis mejor no entrar en detalles. Este domingo hasta el coche oficial lo hubiera tenido complicado.