Gane o pierda las primarias del PSdeG, Valentín González Formoso no seguirá siendo secretario general de la provincia. Si gana, porque su sitio estará en Santiago; y si pierde, porque la derrota le dejará lo suficientemente tocado como para ser un blanco fácil para sus adversarios internos e incluso para sus leales: a un año de la campaña de las municipales no habrá quien quiera el rostro de un derrotado en la tarjeta de presentación de la provincia.
Puestas así las cosas por los pasillos de la Diputación coruñesa -verdadera sede del PSOE provincial-, vuelan los rumores y las apuestas acerca de quien relevará al alcalde de As Pontes. Aunque la pregunta no es nueva y tampoco ha surgido sólo por el envite en el que ahora anda metido Formoso sino por la situación de la propia alcaldía pontesa.
Las malas noticias económicas no han dejado de sucederse tras el cierre de la central que convirtió As Pontes en un floreciente municipio interior. La transición energética que lidera Teresa Ribera, la vicepresidenta tercera del gobierno de Pedro Sánchez, ha supuesto un duro golpe para el empleo y no parece que tarden en aparecer las duras consecuencias sociales para el concello y toda la comarca.
Ni siquiera las fotos de la mano de Feijóo en plena campaña de las autonómicas sirvió para parar el golpe; la “oficina” que dio tanta proyección mediática al entonces candidato del PP quedó en eso, en oficina, y el empleo industrial no aparece por lugar alguno. De ahí que haya enorme preocupación en el entorno de Formoso por el futuro electoral del gobierno municipal que él lidera, con un PP y un BNG en pleno ascenso en As Pontes. Si Valentin llega a la sede de la Rúa do Pino no importará demasiado: no optará a la alcaldía. En caso contrario el futuro no es nada prometedor.
Un quebradero de cabeza
Así que ahora, una de las mayores incógnitas que se ciernen sobre el entorno de confianza de Formoso es la de ser capaces de acordar entre todos la sucesión del secretario general provincial. Y ahí está la primera dificultad y el primer quebradero de cabeza para él y sus seguidores: llegar al acuerdo.
No es secreto alguno la difícil relación entre el secretario de organización provincial, Lage Tuñas, y algunos de los “hombres fuertes” de Formoso. El meteórico ascenso de Lage, todopoderoso en Maria Pita no ha sentado bien a muchos de sus compañeros provinciales. El politólogo de Outes se ha convertido en la cara del poder en el concello de A Coruña, no sólo en lo que atañe a su influencia sobre las decisiones de la alcaldesa sino quitando y poniendo jefaturas de servicio, direcciones de área o asesores (el carrusel de cambios en el ayuntamiento es diario y una novedad en una institución que siempre había presumido de solvencia y estabilidad en el funcionariado).
Si Formoso se alza con el triunfo, Lage Tuñas será, sin dudarlo, el hombre fuerte y la persona con más influencia en el secretario general de los socialistas gallegos. De momento ya se ha llevado el gato al agua convenciendo al presidente de la Diputación para que se presente a las primarias, en contra del criterio de quienes no veían demasiado a ganar en la jugada. Ahora Lage Tuñas tiene un doble objetivo, que su jefe gane las primarias y procurar una transición en el liderazgo provincial que coloque al frente a una persona de su confianza -el mejor posicionado, sin duda, sería Blas Garcia, amigo personal y “sanchista” sin mácula– o, al menos, sobre alguien sobre quien pueda seguir ejerciendo influencia
Al otro lado de la cuerda tiran quienes hubieran preferido evitar la confrontación con Caballero y anhelaban un escenario más sosegado para preparar las municipales del 2023 en las que la “ola” de Pedro Sánchez quizás no suba tan arriba. El alcalde de Pontedeume y anterior hombre fuerte del ejecutivo provincial, Bernardo Fernández, ha sido el principal damnificado del ascenso de Lage Tuñas al ver su papel y su influencia política menguada. Con todo, ha sido capaz de mantener cierto ascendiente sobre Formoso y buena parte de los munícipes afines y ha superado el intento de “retirarlo” de la escena orgánica, pugna en la que incluso se barajó el nombre de la alcaldesa de Betanzos, María Barral. Lage no pudo tumbar a Bernardo pero no ha dejado de intentarlo.
Tampoco están felices con la situación otros regidores esenciales para el socialismo coruñés como el de Culleredo, que podría aspirar al cetro provincial pero que tampoco desea un enfrentamiento que amenaza con seguir dividiendo las ya maltrechas agrupaciones locales, teniendo en cuenta las excelentes relaciones que buena parte de la agrupación de Culleredo e incluso Diego Taibo -diputado de la agrupación de Culleredo- mantienen con Caballero.
La inquietud se extiende por el Ortegal y la Costa da Morte, donde los equipos de gobierno municipales tienen miedo que las primarias les debiliten en un momento en que necesitaban consolidarse o mantener la precaria estabilidad. El futuro del socialismo provincial coruñés, en definitiva, aparece rodeado de incógnitas y algunos responsables municipales ya alertan que la batalla por el poder provincial entre los propios afines a Formoso va a ser mucho más dura y cruenta de lo que será la actual contienda.