No hace falta ir muy atrás en el tiempo. En las últimas horas un establecimiento hostelero de la Ciudad Vieja sufrió un robo en el que los cacos destrozaron parte del local y arrastraron hasta la calle la máquina de café con la intención de desmontarla y acceder a su interior. Fue el segundo asalto que sufren los propietarios en dos meses y llegó poco después de que un local vecino también fuese allanado.
En Os Mallos el parte de guerra se engrosó con el incendio intencionado en un punto de vending en la Ronda de Outeiro. Esta semana la Policía Nacional intervino en un punto de venta de droga en el Ventorrillo, se reportaron robos, y detenidos, en viviendas de Oza y una librería y una peluquería fueron atracadas el mismo día por una persona que portaba un cuchillo jamonero. En la calle San Andrés destrozaron la puerta de un bar que ya ha sufrido varios intentos de robo mientras en O Castrillón los vecinos se quejan de varios focos de trapicheos.
El mapa de la delincuencia se llena de puntos rojos en una ciudad en la que sus políticos se reúnen en el ayuntamiento para discutir si hay o no inseguridad. Y la mayoría que manda en María Pita decide no reforzar la vigilancia a través de la policía de barrio… aunque luego presenten un ingenio llamado policia comunitaria, del que nunca más se ha vuelto a saber.
A Coruña, la ciudad en la que todo el mundo quería vivir, empieza a parecer el Bronx. La gente percibe la inseguridad en la sucesión de asaltos a establecimientos, vehículos o personas. El problema ya está a pie de calle y algunos políticos siguen sin acercarse a ella. Se apunta a Os Mallos, Agra del Orzán, As Conchiñas, Sagrada Familia o Ventorrillo como puntos calientes, pero los últimos acontecimientos muestran un campo de minas para los ciudadanos, que aguardan soluciones mientras su alcaldesa pasa de negar la mayor –“los coruñeses se sienten seguros y protegidos”, explicaba en verano- a reunirse con el delegado del Gobierno para “revertir la sensación de inseguridad”.
Garantizar la seguridad de los coruñeses y que puedan vivir sin sobresaltos es ya el principal problema del gobierno local que dirige Inés Rey, que en algo más de dos años otorgo a esta cuestión un valor accesorio y ahora se encuentra con la necesidad de ofrecer soluciones en un ámbito en el que el concejal es Juan Ignacio Borrego, un actor de doblaje que de ser el responsable de Deportes transitó a un cajón de sastre en el que se agrupa Seguridad Ciudadana, Relaciones Institucionales y Turismo.
Inés Rey y Lage Tuñas colocaron al frente de la seguridad ciudadana en A Coruña a un actor de doblaje y una psicóloga
La Seguridad Ciudadana en A Coruña es ese sector al que el ayuntamiento, bajo el manto del simpar Lage Tuñas, acogió como responsable a Montserrat Paz, una psicóloga que había ido en las listas del partido socialista en las dos últimas elecciones municipales. Su nombramiento en un proceso que la Valedora do Pobo acaba de calificar como “falto de transparencia” y en el que se quedaron por el camino profesionales de larga trayectoria en la materia, por ejemplo un intendente de la Policía Local, con experiencia desde 1982 y que fue jefe de Policía en Oleiros donde creó la Agrupación de Protección Civil. Si en cualquier ámbito hay que rodearse de los profesionales mejor preparados, en cuestiones como la seguridad debe andarse con pies de plomo. Hay decisiones que acaba pagándose. ¿Pueden ofrecer Borrego, Paz, incluso la propia Inés Rey alguna solución a la crisis actual?
En Os Mallos los vecinos han salido a las calles. En el Orzán las sábanas en las ventanas recuerdan que es necesario hacer cumplir las normativas y respetar el descanso de los vecinos. En un corrillo de varios de ellos alguno puntualizaba esta semana que todo sería diferente si algún integrante del gobierno local tuviese cinco pubs debajo de su casa.