Que a Inés Rey solo le gusta la democracia cuando gana lo sabía todo el mundo en el PSOE coruñés. Bajo esa apariencia pública en la que intenta aparecer como una amable alcaldesa se esconde un carácter singular que se enfurruña con facilidad y que pierde el control con alaridos y amenazas de todo tipo. Ejemplos públicos hay a decenas en los plenos. Y en privado han trascendido episodios lamentables con las concejalas Eva Martínez Acón y Esther Fontán, por ejemplo. La primera, predecesora de Rey al frente de los socialistas coruñesas, hace casi tres años que no tiene oportunidad de expresarse en los plenos después de que la alcaldesa le apartase del gobierno local.
El último episodio de esa falta de democracia interna lo protagonizó Inés Rey en la última asamblea del año de la Agrupación Socialista Coruñesa, celebrada el pasado jueves en la sede de Zalaeta.
Apenas setenta personas, y eso que había un vino al final, acudieron a la convocatoria. De ellas, más de un tercio eran asalariados del Ayuntamiento. Pero ello no impidió que se intentara silenciar cualquier atisbo de disidencia interna.
La falta de talante democrático empezó pronto. Tras el informe de gestión leído a la carrera, la presidenta de la asamblea, la exconcejala Obdulia Taboadela, impidió que se votara el mismo, a pesar de ser un requisito obligatorio en los Estatutos del PSdeG.
Fue Eva Martínez Acón, que por cierto todavía figura en la web de la agrupación coruñesa como secretaria general del partido en la ciudad, quien tomó la palabra para pedir la votación entre los aspavientos de Inés Rey y sus más fieles. Pero, a pesar de asistirle la razón en su petición la votación no se produjo, evitando así conocer el parecer real de los militantes presentes en la cita de Zalaeta.
Pero lejos de calmar las aguas, la bronca no había hecho más que empezar. Fue en el turno de preguntas cuando algunos veteranos militantantes empezaron a pedir explicaciones tanto a a la alcaldesa como a su mano derecha, José Manuel Lage Tuñas, por algunas de las decisiones más polémicas del mandato. Otra vez volvieron a salir a la palestra las adjudicaciones y, más concretamente, la del Copacabana.
En ese momento, tomó la palabra la alcaldesa para reducir las descalificaciones a «cosas de los panfletos», a pesar de ser recogidas por diversos medios, incluso de ámbito nacional. El diario digital Quincemil se sintió aludido por la referencia de Inés Rey y así lo reflejó en una información sobre lo allí sucedido en la que detalla como la alcaldesa, Lage y Francisco Dinís Díaz Gallego se rieron de las peticiones de los asambleístas de su propio partido.
Cuando las críticas arreciaban, tomó la palabra la edil Yoya Neira, que en privado admite su malestar con determinados comportamientos de Lage y Rey, pero que en público se mostró desafiante con los críticos: «La puerta está siempre abierta y el que quiera puede irse», dijo más retadora que nunca. También visiblemente incómodo estaba el personaje más aludido en las discusiones, Lage Tuñas, que tuvo que presenciar como varios militantes socialistas se levantaron y se fueron de la asamblea en el mismo momento en el que pidió la palabra.
Pese a los esfuerzos de Sondaxe en la última encuesta sobre las próximas elecciones municipales, el panorama demoscópico no se presenta demasiado halagüeño para Inés Rey y sus adláteres y esos nervios se han instalado ya hace tiempo en la asamblea de la Agrupación Socialista Coruñesa, donde hay un amplio sector de la militancia que les hace frente. Y aún queda por delante la verdadera patata caliente de la votación de la lista electoral.