Sorpresa e indignación ha causado entre destacados militante socialistas el uso por parte de la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, de su despacho en María Pita, su teléfono oficial y hasta la secretaria del Ayuntamiento para presionar a los que tienen que votar esta semana en el proceso interno que debe elegir un nuevo secretario general de la Agrupación Socialista Coruñesa.
Inés Rey sueña con dar un golpe de mano que le otorgue el poder en el aparato local y desalojar a Eva Martínez Acón, la actual titular y aspirante a repetir. Martínez Acón fue la que puso colorados a la propia Inés y a su mano derecha, José Manuel Lage Tuñas, al recordarles que no aportaban la cuota correspondiente de sus salarios al partido.
Aquel choque le costó a Acón su salida del gobierno local y la pérdida de su salario, pero reforzó su imagen entre la militancia de toda la vida, enfadada además por el desembarco de decenas de nuevos afiliados cuya única relación con el partido son los vínculos personales o profesionales. Se calcula que medio centenar de estos paracaidistas tienen derecho a voto este domingo.
Eva Martínez Acón tiene en su contra su lealtad a Gonzalo Caballero, pero ha conseguido atraer a su entorno a muchos de los enfadados por el maltrato sistemático que Inés Rey y Lage Tuñas han infligido a la militancia coruñesa desde la victoria en las urnas. Esos militantes, que ya tumbaron en su día la lista que pretendía Inés Rey, lanzaron un primer aviso en las primarias provinciales, donde el a la postre ganador, Bernardo Fernández, sumó una treintena de votos más que los acumulados por la lista oficialista de delegados en la que Inés Rey intentó esconderse detrás de una ilustre veterana como María José Cebreiro.
A aquel malestar se suman muchas otras variables. Por ejemplo, el enorme distanciamiento entre los grupos de Esther Fontán y Juan Villoslada con respecto a los equipos de Lage y Rey. Y la pérdida de relevancia de Rafa Arangüena, muchos de cuyos más cercanos apoyos proceden de la órbita de Acón.
En el entorno del despacho de Alcaldía ha empezado a esparcirse el mensaje de que una victoria por el 60 % de los votos sería más que suficiente para justificar el acoso a Acón y su gente. Pero esos parámetros solo arrojarán una Agrupación totalmente dividida a poco más de un año para la cita con las urnas en las elecciones municipales. A la hora de redactar este artículo, la alcaldesa ni siquiera había sido capaz de cerrar el círculo de los que deben ser sus más cercanos colaboradores y cosechaba noes por doquier.
La intención de Lage Tuñas de dejar todo el poder que acumuló durante dos años en la ciudad en las manos de Gonzalo Castro, jefe de gabinete de Rey, no hace si no enrarecer el ambiente y alejar a los militantes de Inés Rey. Desconfían de él por proceder del BNG y por su inexistente trayectoria en el partido. Lo consideran un valido de Lage y eso enfurece a los sectores más tradicionales del partido.
Tampoco se entiende que la alcaldesa dedique casi todo su tiempo y los medios públicos a la lucha partidista mientras es incapaz de hacer nada en el conflicto de la basura, más allá de las declaraciones mediáticas que nada arreglan más que su satisfacción personal mientras la ciudad se desmorona: Alvedro no despega, el legado de Picasso se va a Barcelona, las licencias (con oscuras tramas) se enquistan…
Inés Rey incluso ha desoído los consejos de históricos como Mar Barcón o José Luis Méndez Romeu de buscar soluciones de consenso para el futuro de la Agrupación Socialista Coruñesa. Ajena a la vida real de la ciudad, enclaustrada en una burbuja de elogios y mentiras que le llegan desde sus más cercanos colaboradores, Inés Rey pretende cobrarse la revancha de años de ostracismo en el partido. Pero se arriesga a recibir un castigo histórico porque ha preferido imitar al perdedor Javier Losada que al ganador Paco Vázquez.