Entre los muchos exabruptos que la alcaldesa, Inés Rey, deja en público y en privado que desmienten esa imagen de supuesta mujer dialogante con la que quiso adornar la primera parte de su mandato, uno ha llamado especialmente la atención de los funcionarios municipales. Es el que se refiere a la exhortación que Rey hizo esta misma semana a que los coruñeses se desplacen por la ciudad a pie o en el transporte público en lugar de valerse del coche privado. Esa es la receta que aportar para evitar los atascos que ella misma genera con su caótica gestión. Y con la inestimable ayuda (o negligencia) del torpe asesor Fran Dinís, que divide su tiempo entre el twitter y puentear al edil de Urbanismo, Juan Villoslada, para deleite de José Manuel Lage Tuñas.
Viene a cuento el malestar y la sorpresa de los funcionarios con esa instrucción de moverse a pie porque en los últimos meses Inés Rey apenas se baja del coche oficial para moverse de su domicilio particular, en el centro de la ciudad, a apenas diez minutos andando a paso lento hasta María Pita. Del resto de desplazamientos no hay constancia, porque la presencia en los barrios de la regidora y de la mayoría de sus concejales es prácticamente inexistente.
Son variadas las explicaciones que hay al respecto de la querencia por el vehículo oficial. La principal radica en el creciente temor al malestar de determinados colectivos, principalmente el de la policía local, con la gestión municipal. Como demostró en una visita a Os Castros la pasada primavera, Inés Rey digiere mal las críticas. Entonces le respondió a unos vecinos quejosos con tres chapuceras (y millonarias) obras que suprimían decenas de plazas de aparcamiento en el barrio y que apenas solucionaban problemas que “si no os gusta, en dos años hay elecciones y votad a quien queráis”.
Ahora las reivindicaciones de los agentes del 092 han subido de tono e Inés Rey se desplaza, además de con su comitiva de asesores, con una escolta de agentes que, curiosamente, no son empleados municipales, sino que pertenecen al Cuerpo Nacional de Policía.
En María Pita no se cesa de repetir que Inés Rey ha caído a estas alturas en la burbuja del poder. Apenas mantiene contacto con sus más estrechos colaboradores y sólo su mano derecha, José Manuel Lage Tuñas, tiene acceso directo a ella. El resultado es una parálisis total de la ciudad, donde solo se gastan aquellas partidas en las que tiene interés personal Lage. Y los presupuestos, mientras tanto, siguen en el limbo por segundo año consecutivo.