A veces un par de tuits sirven para desmontar la más trabajada propaganda tejida entre sesudos asesores. “Nos gustaría hacer un pequeño apunte respecto a los refuerzos en los barrios”, comenzaba la exposición de la Asociación Profesional de la Policía Local de A Coruña. Inés Rey había acudido por la mañana a Radio Voz para explicar su punto de vista sobre los sucesos que convergen para deducir que es la alcaldesa de una ciudad cada vez más insegura, en la que proliferan delitos de todo tipo.
La alcaldesa que hace meses comenzó negando la mayor, luego reconoció que la inseguridad era un tema que le preocupaba y aludía a “conflictos puntuales» que, pese a su supuesta poca monta, merecieron que desde Madrid la TVE controlada por el gobierno de Pedro Sánchez enviase un equipo de reporteros a la ciudad. Ahora vuelve a recular, quizás porque así se lo hayan marcado sus estrategas de comunicación (esos que como la marea, la del Orzán y quizás también la otra, vienen y van). Y explicó en su intervención radiofónica que el índice de criminalidad en la ciudad es bajo y que apenas ha habido un repunte de los delitos de estafas telemáticas. O lo que es igual, abrazó la disculpa que ya expuso su concejal Juan Ignacio Borrego en una reunión con integrantes de asociaciones de vecinos en Os Mallos. E incluso fue más allá al apuntar que se lanza un mensaje tendencioso sobre la inseguridad en la ciudad para dañar a su gobierno.
Pero en esta arcadia que habitan la alcaldesa Rey y el edil Borrego irrumpió la asociación de policías locales para explicar que esa misma mañana, la de este viernes, el ayuntamiento en efecto había decidido reforzar la seguridad en el entorno de María Pita por la concentración pacífica diaria que allí llevan a cabo un buen número de policías en protesta por la falta de medios para realizar su trabajo. “Llevamos 107 días sentados en la Plaza y NUNCA hemos creado ningún conflicto. Aún así, esta mañana han preferido reforzar la seguridad del Palacio Municipal en lugar de reforzar el servicio en los barrios”. En realidad habían decidido desnudar el santo de uno de los barrios de la periferia de la ciudad para vestir el de María Pita.
Así, mientras la policía vigila a la policía, ¿quién vigila a los cacos?