El curso político 2021-2022 tiene muchas incógnitas que resolver en la bancada de la derecha. Aunque los sondeos no recogen todavía un impacto local del desgaste del PSOE por la pandemia y la gestión de la coalición con Unidas Podemos, son muchos los analistas con influencia en la cúpula del PPdeG que empiezan a vislumbrar un cambio de ciclo a nivel municipal en el 2023 con un impacto que puede aproximarse mucho al exitoso ciclo del 2011 tras el descalabro de Zapateros y sus afines.
A diferencia de entonces, en A Coruña falta un liderazgo claro. Hace diez años, Carlos Negreira acumulaba cuatro sentado en la oposición y seis al frente de la agrupación local, contaba con un nutrido y leal grupo de trabajo, en el que ya despuntaba Martín Fernández Prado, y disponía de un partido muy movilizado y ansioso por poner fin a un bipartito que generaba rechazo en la mayoría de la población coruñesa con el despotismo y la falta de proyecto de Javier Losada, Henrique Tello y Carmen Marón.
Ahora el Partido Popular tiene por delante una ardua tarea de reconstrucción en la capital herculina. En los últimos dos años ha quemado tres portavoces y la militancia se encuentra absolutamente desmotivada, hasta el punto de que apenas hay medio millar de cotizantes activos en los listados de la formación. La reconstrucción se está llevando a cabo con discreción, a la espera de que asuma el mando provincial Diego Calvo con todos los poderes y sin oposición tras quedarse sus habituales adversarios sin una cabeza capaz siquiera de incordiar.
Pero la situación dista mucho de ser la ideal. Por el control de la agrupación local pugnan dos bandos claramente enfrentados y con apoyos dispares. Por un lado, Gonzalo Trenor intenta hacer valer su cercanía a Calvo y al antiguo equipo rector, liderado por José María Barreiro primero y por Beatriz Mato durante unos meses, para asumir el mando de la que siempre fue la organización más influyente y poderosa del partido en Galicia y que desde la salida de Negreira ha quedado reducida a un papel menor.
En el otro rincón se encuentra Rosa Gallego, recuperada por tercera vez como portavoz municipal y que suma tres legislaturas en María Pita. Gallego dispone de un buen grupo de incondicionales. Nadie discute su trabajo y entrega, pero son muchos los que admiten, en público y en privado, que le falta un perfil más político y que echan de menos que abandone de una vez por todas ese perfil de eficaz burócrata para que baje a la calle y empatice con los vecinos.
Un tercer elemento en discordia, que insiste en mantenerse al margen de las peleas internas de la junta local, es el presidente de la gestora, Martín Fernández Prado. El presidente de la Autoridad Portuaria es visto en muchos sectores como un candidato ideal a la alcaldía. Goza del favor de Núñez Feijoo, con el que trabajó en la Consellería de Política Territorial entre el 2003 y el 2005, del apoyo de Carlos Negreira, con el que fue concejal de Urbanismo entre el 2011 y el 2015, y ha conseguido dotarse del perfil público que no tienen ni Gallego ni Trenor, cuyo conocimiento por parte de los votantes va poco más allá del ámbito de la política interna del partido.
A mayores hay otros nombres que circulan en diversos cenáculos, pero, de momento, sin demasiada fuerza ni apoyos suficientes para colocarse en la primera línea de la parrilla de salida para asumir la dirección del PP coruñés con garantías.
La fecha del congreso local no está fijada y dependerá de las preferencias de Feijóo para encabezar una lista que, además, será clave en el otro gran objetivo del PP para la primavera del 2023, que pasa por la recuperación de la Diputación coruñesa, la más saneada y poderosa de Galicia.
Aunque todos los bandos guarden las formas, las tensiones ya están sobre la mesa y los primeros roces se han producido. Cada bando busca sus aliados y serán Feijóo y Calvo los que tengan que decantar la balanza con el tiempo suficiente de crear una candidatura competente que sume los votos suficientes no solo para ser primera fuerza, que ya lo es desde el 2011, sino incluso gobernar tanto en María Pita como en la Diputación.
A favor de los intereses de los populares obrará sin duda la desaparición de Ciudadanos, que en los últimos comicios arrebató al PP más de siete mil votos. El retorno de buena parte de esas papeletas es uno de los objetivos que tendrá como prioridad la nueva candidatura que surja del congreso local no antes del último trimestre del año.