En los últimos 42 años hasta once veces han acudido los coruñeses a las urnas para elegir corporación municipal. En ese tiempo la ciudad ha tenido seis alcaldes y una alcaldesa. Sólo cuatro de ellos (Joaquín López Menéndez, Javier Losada, Carlos Negreira y, en seis ocasiones, Francisco Vázquez) ocuparon el cargo tras suscitar en las urnas el mayor número de apoyos entre los candidatos que concurrieron a los comicios.
Desde hace seis años quien manda en María Pita no es la persona más votada por los coruñeses. Sin embargo, desde que Carlos Negreira dejó el bastón de mando, el bloque de izquierdas ha recuperado el histórico dominio en el consistorio que desde la Transición apenas perdió entre 2011 y 2015, por más que Domingos Merino en su día no lograse llegar al final de su mandato con los apoyos que había recabado para llegar a la alcaldía. Sólo en esos cuatro años con Negreira al mando, la izquierda estuvo en minoría en la ciudad.
En 2015 la izquierda recuperó posiciones para superar a la derecha por siete concejales (17 contra 10). Además, en 2019 el Partido Popular perdió un edil y bastantes observadores saludaron el regreso de los socialistas al poder en el ayuntamiento coruñés como el inicio de una etapa que iba a prolongarse más allá de cuatro años, una sensación que se alimentó con la salida de Beatriz Mato y la subsiguiente indefinición, todavía vigente, del PP para definir su cabeza de cartel.
Pero los socialistas no terminan de aprovechar sus oportunidades y las últimas prospecciones invitan a pensar que la alcaldesa Inés Rey no acaba de despegar como la lideresa que algunos se ocuparon y preocuparon de vender a los coruñeses. A algunos de los pesos pesados del socialismo coruñés tampoco les coge de sorpresa esa situación.
Los últimos acontecimientos no le favorecen a Rey por más que alguno de sus ediles más próximos se esfuercen en fomentar el diálogo con el resto de grupos municipales. A la alcaldesa se le empieza a definir por su autoritarismo y sus decisiones extemporáneas. La sentencia judicial por vulnerar “derechos fundamentales de la oposición” le ha puesto ante el espejo. La opacidad sobre los motivos por los que en el último Pleno se impidió a una abogada, militante socialista y extesorera del concello de Oleiros intervenir en el escaño ciudadano ayudan a poner el foco sobre unos modos y maneras que, para empezar, no son los más aconsejables cuando se gobierna con 9 concejales de un total de 27. A Inés Rey varios ediles de otros grupos municipales le explicaron en el último Pleno que, aunque no lo parezca, no dispone de una mayoría absoluta, ni está cerca de ella. Poco antes la Marea había acuñado una definición, la de “minoría absolutista”.
La erosionada imagen de Rey invita a que sus asesores tracen un plan. Quieren que la alcaldesa salga a la calle, tarea que se le supone a un alcalde. O alcaldesa. Lo hacía Ferreiro, lo hizo Negreira, siempre ambos dispuestos a la mezcla y la charleta en la calle. Lo hizo, incluso, Paco Vázquez, al que con el paso de los años muchos quisieron ver lejos del pueblo, pero que no dejó de pisar los barrios. Rey apenas los ha pisado. Y la pandemia ya no vale como disculpa. Para una vez que lo hizo además vivió algún episodio agrio en el Castrillón, en el que tuvo una reacción extemporánea en el intercambio de pareceres con algunos vecinos. “Si no os gusta la obra, en dos años hay elecciones y ya votaréis”, llegó a espetarles.
En María Pita se prepara un calendario de salidas para la alcaldesa, que deberá manejarse en el cuerpo a cuerpo, lejos de propagandas y con una capacidad para escuchar críticas, peticiones y reproches que ahora mismo está en duda. Rey, más allá de populacheras declaraciones, deberá exhibir ahora esa mano izquierda que no se le ha visto. Por ahí pasan seguramente sus opciones de revalidad el cargo.
Pero no lo tiene sencillo. Las prospecciones hechas desde el Concello para animar a las bases socialistas a dar soporte a su alcaldesa en esas salidas a la calle han topado con la frialdad de un partido dividido. Las relaciones entre Inés Rey y Eva Acón, secretaria general de la agrupación socialista coruñesa, son gélidas desde la abrupta salida de la segunda del equipo de gobierno del ayuntamiento. No será sencillo que los correlegionarios de Acón salgan a la calle con Rey, que ya en el Castrillón sintió que acudir a los barrios sin sus votante cerca es como jugar un partido en campo contrario.
A menos de dos años de la cita con las urnas, el reto en María Pita pasa por mostrar una alcaldesa cercana, amable, callejera, que escuche y ofrezca soluciones a problemas cotidianos. Dejar de pisar moqueta y ponerse sobre el barro para proyectar una imagen muy diferente a la que ofrece ahora. No es un desafío menor.