El retrato ha sido tan nítido que algunos les va a costar bastante borrarse de la foto, la de la imagen de algunos establecimientos de ocio nocturno que intentaron una chusca estratagema para salvar la recaudación de las fiestas de Nochevieja y al tiempo optar a las ayudas que habían pactado con la Xunta de Galicia tras las últimas restricciones impuestas. Una cuestión de prioridades en la que cada cual establece sus clasificaciones entre ocio, negocio, salud o ética.
Varias salas y discotecas debieron cambiar de planes después de anunciar que emplearían la noche de este miércoles para celebrar una Nochevieja anticipada aprovechando que la nueva pauta de horarios se fijó para el jueves. Se lanzó una oferta a miles de personas, la mayoría jóvenes de entre 18 y 25 años, para que empleasen la entrada comprada para fin de año dos días antes y aprovechar el horario habitual de cierre de las 5 de la madrugada. Además se añadió la opción de acudir a una nueva fiesta en la víspera de Reyes.
La idea llegó en plena avalancha de contagios y en unos días en los que, a pesar de las precauciones, proliferan los encuentros familiares. Todo junto despertó la indignación en la Administración autonómica. Ni dos horas después la mayoría de los hosteleros que trazaron ese plan ya habían reculado. La Xunta les había advertido de que en caso de no hacerlo se quedarían sin ingresar las ayudas económicas prometidas, que en el caso de las salas más grandes pueden elevarse hasta los 45.000 euros. El propio Feijóo salió a la palestra a disipar dudas. “No se puede cobrar por no celebrar una fiesta el día 31 y luego hacerla el 29”, explicó.
La aclaración parecía tan obvia que en no pocos sectores se recibió con perplejidad que hubiese que llegar hasta ese punto. “Los últimos informes que acabamos de recibir de la situación pandémica en la ciudad de A Coruña hacen que tomemos la decisión de permanecer cerrados”, explicó, por ejemplo, en un comunicado a través de redes sociales la Sala Pelícano. Se trata de la mayor discoteca de la ciudad, propiedad del empresario Juan Carlos Rodríguez Cebrián y cuyo gerente, Luis Diz, estuvo en las negociaciones con la Xunta por su responsabilidad al frente del colectivo Galicia Noite. Un día antes, el 27, la discoteca Canelas, un referente del ocio nocturno en Portonovo ya había anunciado, antes de conocerse cualquier decisión gubernamental, que cancelaba la fiesta prevista en Nochevieja y devolvía el dinero a las 2.200 personas que habían pagado por acceder a ella.
Pelícano tenía programada hasta este miércoles una macrofiesta para recibir el año nuevo en la que había vendido entradas a partir de 36 euros. Diz apuntó este martes en unas declaraciones recogidas por La Voz de Galicia que no abrir en fin de año supondría “perder medio millón de euros”. Y advertía que en esa noche se jugaban el 60% de la facturación anual. La Xunta les había indicado que deberían cerrar a las tres de la madrugada, decisión que ya había propiciado que muchos de los asistentes anunciasen su decisión de no ir a la fiesta y optar a la devolución del dinero, proceso que según explican desde la sala se producirá a partir del 7 de enero.
A nivel autónomico el presidente de la Federación de Empresarios de Salas de Fiestas y Discotecas, Samuel Pousada, eleva las pérdidas económicas a 40 millones de euros y anticipa altercados y disturbios, botellones y fiestas ilegales en Nochevieja. Los hosteleros lamentan que la Xunta tomasen decisiones con apenas 48 horas de antelación, pero la situación de contagios es la más descontrolada desde el inicio de la pandemia y la Administración se hizo valer siempre eso sí, entre opiniones contrapuestas, propiciadas por el cansancio de una pandemia que no parece tener fin. En ese barullo algunos quisieron meter un gol, lo empezaron a festejar incluso. Pero no contaban con el VAR.