A las cinco de la mañana sonó el teléfono de César de la Fuente al otro lado del Atlántico, en Pensilvania. Le comunicaban que había sido el elegido para recibir el Premio de Investigación Científica de la Fundació Princesa de Girona.
Licenciado en Biotecnología por la Universidad de León y doctor en microbiología e immunología por la University of British Columbia (Canadá), César de la Fuente (A Coruña, 1986) conocía la feliz noticia al tiempo que tenía lugar el acto de entrega de estos premios que buscan “reconocer la trayectoria personal y profesional de jóvenes de entre 16 y 35 años que hayan destacado por su trabajo, sus méritos y su ejemplaridad”.
En su fallo, el jurado presidido por la Presidenta de la Agencia Estatal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Rosa Menéndez, ha destacado su “liderazgo y excelente trayectoria científica en el campo de la biología computacional que aúna una productividad científica extraordinaria con una capacidad de transferencia de la tecnología desarrollada”.
Tuvo solo tres minutos para preparar el discurso de agradecimiento, pero de la Fuente tuvo claro a quién le quiere dedicar este reconocimiento a su todavía breve pero muy productiva trayectoria: “Se lo dedico a mi padre, Raúl de la Fuente Fernández, de quien aprendí a ser curioso y gracias a quien descubrí mi vocación científica”.
Aunque ha centrado su carrera en el diseño de antibióticos capaces de hacer frente a superbacterias, el último año ha aportado también su grano de arena a la lucha contra la Covid-19, desarrollando dos prototipos de detección rápida a través de autotest de saliva. “La proporción de la situación sanitaria nos llevó a querer volcar nuestro conocimiento y las tecnologías de diagnóstico de estas superbacterias a la detección rápida de la Covid. Poder prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas sigue siendo el hilo conductor de nuestro trabajo, y todo lo que podamos aplicar para frenar a ese virus que nos tiene en vilo lo queremos aportar”, dijo en su momento.
No es el primer premio que recibe: el año pasado su proyecto para la detección rápida de covid el premio NEMO, dotado con 80.000 dólares que dedicó a proseguir con la investigación para poder llevar al mercado sus test rápidos. Además, en 2019 fue reconocido como una de las 10 personas menores de 35 años más innovadoras del mundo, dentro de un selecto listado del MIT.
Entre las virtudes de un científico, este coruñés que estudió en el Eusebio da Guarda señala “la creatividad y querer cambiar el mundo”. Una meta que sin duda se demuestra en su trabajo liderando el Machine Biology Group de la Universidad de Pensilvania y que se ha puesto en valor por el jurado: “Es uno de los innovadores más importantes del mundo por digitalizar la evolución para crear antibióticos mejores y su actividad en defensa de grupos socialmente desfavorecidos”.
En estos momentos el laboratorio que lidera en Pensilvania desarrolla una enciclopedia de moléculas sintéticas que sean capaces de atacar a diferentes enfermedades, cada una específica para tratar cada infección, de forma que no afecten a la microbiota. De hecho, ese es uno de sus sueños: lograr superar conocer en profundidad la conexión entre la microbiota y el cerebro, lo que podría abrir un mundo de posibilidades para el tratamiento de enfermedades mentales.
El otro sueño, es poder tener un futuro científico en España, y a poder ser en Galicia. Pero eso ya no depende de los avances en sus investigaciones, sino de que se ponga en marcha “una apuesta decidida, no solo por retener talento, sino también capaz de atraer el talento a nivel internacional”.
Puedes leer aquí la entrevista completa que el investigador concedió a diSÍnoticias hace unos días.