La imagen resume la labor de unos gobernantes que persisten en complicarle la vida a los vecinos. En su cruzada por tomar decisiones de movilidad que no están en sintonía con el día a día de la gente, el ayuntamiento de A Coruña trazó en el tramo más concurrido de la calle de la Torre un espacio para el estacionamiento para bicicletas que tenía en la entrada del Campo de Marte y que funcionaba perfectamente. «Las bicicletas son vehículos y como tal deben estar en la calzada o vinculados a vías ciclistas o ciclables, no en espacios peatonales», ilustró el edil Francisco Dinís Díaz Gallego, el sucesor de Juan Díaz Villoslada, que esperó pacientemente la caída de su jefe para dar el salto.
La misma decisión se tomó en otros barrios de la ciudad, pero en la calle de la Torre el emplazamiento es especialmente sensible por varios detalles: los espacios para aparcar no sobran, tampoco los garajes y, sobre todo, hay un trajín de coches hacia una de las pocas farmacias de la ciudad que abre 24 horas.
Los clientes de la farmacia no suelen acudir a ella en bicicleta. La mayoría de los que se acercan en vehículos hacían una parada breve sin molestar a la circulación. Todo eso se complicó con la estación de bicicletas, donde los coches estacionaban vecinos a ella mientras alguno de sus ocupantes realizaban la gestión en la farmacia. En toda la acera hasta la intersección con Miguel Servet apenas pueden aparcar ahora dos coches, por supuesto en batería.
Pero ese apaño también ha saltado por los aires. El ayuntamiento ha instalado unos bolardos verdiblancos que ahora impiden esas paradas breves, un mal aparcamiento que sin embargo no generaba problemas. Una cosa es la doble fila para tomarse un café en un bar o para darse una vuelta sin atender al coche y otra es detenerse delante de un servicio como es el de la farmacia. Numerosos clientes ya se han quejado.
Mientras tanto, el parking de bicicletas suele lucir vacío porque las bicicleta que salen de allí (no hay carril bici en la zona) ni suelen regresar. Y la reposición no se hace con urgencia. Así, todo ese espacio suele lucir vacío mientras la gente da vueltas para aparcar o estaciona en los espacios más inverosímiles y al mismo tiempo más nocivos para una correcta circulación. Sea en la Plaza da Palloza, en Matogrande, en Rey Abdullah, en la rotonda de la Ronda de Nelle o en la calle de la Torre, el rastro del concejal Diaz Gallego, en menos de un año, deja huella.