Fascinada como estaba, Inés Rey se entregó esta semana a glosar la devaluada figura de José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que dejó la Moncloa mientras las cifras de desempleo batían todos los récords, 5,2 millones de parados en España, un país que entre 2007 y 2011 destruyó 2,7 millones de empleos. “A presidencia de Zapatero supuxo un inmenso avance nos dereitos sociais”, glosó Rey, que abrió al expresidente del Gobierno el libro de oro de la ciudad para que estampase su firma. Zapatero había llegado a la ciudad para abrir el ciclo de conferencia del Foro Pensando en Educación, que organizan Concello y Universidade da Coruña.
La alcaldesa de A Coruña se declara devota del apóstol del talante, ideario en el que se basó para trazar su candidatura a las primarias socialistas y luego a la alcaldía. “Quiero proponer y construir un proyecto de ciudad en el que participen todos, aunque haya diferencias en los planteamientos”, apuntó como línea básica de su actuación cuando llegó a María Pita. Rey llegaba, eso decía, para acabar con los “tiempos broncos y crispados, con los vetos ideológicos”. Y avanzó en el talante cuando al verse con nueve concejales y la responsabilidad de gobernar hizo un planteamiento que parecía lógico: “Con esa representación en el ayuntamiento estamos obligados a hacer un plus de diálogo, consenso y colaboración”, explicó.
Todas esa palabras se las ha llevado el viento. “Actúa en minoría absolutista”, resumió en su día María García, portavoz de Marea Atlántica. Otro de los socios que propiciaron al investidura de la alcaldesa, el BNG, ya ha manifestado su descontento y perplejidad porque ese pacto se haya roto.
En apenas tres años el talante de Rey se ha llevado por delante a dos ediles de su equipo de gobierno, una de ella además era la líder de su partido en A Coruña. Han caído también cuatro directores de área y todo el gabinete de comunicación fue relevado. Mucho de sus votantes han percibido con desagrado como ese anuncio de pelear por los consensos ocultaba en realidad a una alcaldesa desabrida, con un punto áspero y displicente en las formas y las expresiones. Las últimas convocatorias de plenos extraordinarios sin apenas tiempo para que los demás grupos políticos preparen los asuntos advierten sobre unos modos muy mejorables. Las disputas internas con el episodio conocido de la evacuación a un centro hospitalario de una concejal increpada por la alcaldesa y alguno de sus ediles más próximos ha dejado al desnudo una manera de actuar. El talante es algo más que una palabra.
Mientras tanto la ciudad ofrece una triste sensación de estancamiento en el que la basura y suciedad que la barniza es una lamentable alegoría, también la inseguridad en bastantes de sus barrios, tanto tiempo negada y finalmente asumida. Durante el nudo del mandato de Inés Rey no hubo capacidad para dotar a A Coruña de unos presupuestos que actuasen como tractor de la inversión, pero es que además se carece de capacidad para ejecutar lo que y está previsto. Ideas y dinero se quedan en el cajón porque nadie las pone en marcha. “Lo único que aumentan son los impuestos y la deuda”, lamenta Rosa Gallego, ariete de la oposición en el Grupo Popular. El Ayuntamiento se endeudará en 24,6 millones de euros, un 355 % más que en las últimas cuentas anuales y el interventor municipal ya advierte que por ahí pueden venir nuevos problemas.