El agrietado y bacheado asfalto de la calle Juan Florez luce coloreado. Alguien, por orden del ayuntamiento ha ordenado dibujar unos lunares azules y amarillos. Ese alguien responde al nombre de Francisco Dinís Diaz Gallego, el concejal de Movilidad y Urbanismo que desde hace menos de un año hace sus primeras armas como gestor en una ciudad. Arquitecto sin obra, Díaz Gallego se aplica desde hace años en las redes sociales para censurar a políticos que incluso estaban en su partido, como el exalcalde Francisco Vázquez.
Tras la marcha de Juan Díaz Villoslada (“yo no vivo de la política”, advirtió mientras cerraba la puerta el anterior edil de Urbanismo), Díaz Gallego, uno de los pretorianos de Inés Rey dio el salto de asesor con la más alta remuneración a una de las concejalías que más invierte en la ciudad, O al menos que más debería de hacerlo porque el porcentaje de presupuesto ejecutado en lo que va de año (al menos hasta el 9 de septiembre pasado), era del 27%, según datos revelados por Marea Atlántica.
Visto que siete de de cada diez euros que gestiona no es capaz de destinarlos a mejorar (o empeorar) la ciudad, el edil Dinís se afana ahora en gastar. Y esta semana está en su semana grande de Movilidad, con eventos y actuaciones que van desde charletas que se prolongan más allá del solpor en los jardines de Méndez Núñez, a la inauguración de semáforos o a llevar niños en horario escolar hasta las calles para demostrar el valor de las peatonalizaciones. En la Sagrada Familia han pintado varios espacios asfaltados, pero la obra maestra pictórica de Dinís se puede contemplar en la calle Juan Florez, justo enfrente del Colegio Labaca.
Allí lucen los enormes lunares azules y amarillos. Según el concejal estamos ante una “intervención singular para fomentar o calmado da velocidade”. La calma, en una decisión que añade aún más sorpresa al decorado, se busca justo después del paso de peatones. Es decir, nadie cruza la calle por allí. Y si es preciso calmar a alguien, quizás fuese mejor hacerlo antes del semáforo por el que transitan la mayor parte de los peatones. Más que nada porque es justo tras él cuando el tráfico más se atempera sin necesidad de una pintura que ya ha ocasionado algún susto por su deslizamiento. Para completar el cuadro, unas enormes señales pintadas sobre el asfalto advierten de trasiego escolar y se sitúan justo después del paso por el que atraviesan los pequeños
El clamor en las redes sociales no se ha hecho esperar. Ahí Dinís es un profesional. “En unos meses, a la altura de las elecciones, la pintura se habrá deteriorado tanto que se será un fiel reflejo de vuestras efímeras actuaciones de cara a la galeria”, le apuntan. “Toda esa zona está vallada, en curva, y justo al lado de un semáforo, por lo que nunca hubo atropellos ahí. Esta medida es puro postureo a ocho meses para las elecciones municipales. Poner lunares amarillos y azules en la calzada es más barato que reformar el mercado de Santa Lucía”, apunta otro usuario de twitter, el medio de comunicación favorito del edil. “No sé qué necesidad hay de hacer esto. Además de desgastes y consecuentes riesgos por mala adherencia, lo único que provoca es distracción y mezcolanza con la señalización que importa de verdad. Por algo las señalizaciones viales de cualquier tipo son sencillas, claras, inteligibles al mínimo vistazo. Esto provoca todo lo contrario. Pero en fin, parece que es la moda”, le reprocha otro.
“Me encuentro yo eso conduciendo y freno en seco porque no tengo idea de qué es. Y ya está”, zanja otra vecina. Pero a Diaz Gallego le gusta colorear el asfalto. Calma el tráfico, cree. Pero a unos cuantos viandantes les pone de los nervios.