Se supera a sí mismo Francisco Dinis Díaz Gallego, el simpar edil de Urbanismo, Vivienda, Infraestructuras y Movilidad del ayuntamiento de A Coruña que este jueves se lanzó a su habitual foro de twitter para cantar la buena nueva del cruce peatonal que en la Plaza de Lugo unos sufridos operarios debieron rotular entre todo tipo de comentarios, no todos precisamente positivos. Porque el concejal decidió que las obras se realizasen en hora punta.
El mismo edil que pintó de lunares el asfalto en la calle Juan Florez para alertar a los conductores sobre la presencia de un colegio que dejan atrás y le puso huevos a Alcalde Marchesi determinó que en la interesección entre las calles Betanzos y Teresa Herrera debían de pintarse dos nuevos pasos de peatones en cruz, una solución que remite a Shibuya, en el conocido como cruce más transitado del mundo. En algunas ciudades españolas, por ejemplo en la Gran Vía de Bilbao, ya se aplica un ingenio similar en ciertos puntos en los que confluyen varios carriles y se exige a los peatones largos recorridos para cruzar la calle. No es el caso de la Plaza de Lugo coruñesa, un campo de pruebas para los disparates de un edil novel que además da la sensación de disfrutar pregonando en las redes sus rupturistas decisiones, esas con las que pretende con un deje de displicencia evangelizar al pueblo sobre la bonanza de sus decisiones.
“As veces as melloras para a mobilidade peonil son moi simples. As veces chega con convertir un hábito que xa se daba nunha realidade que marque as prioridades no espazo público”, apunta Dinís en twitter. No parece que haya pasado mucho por ese punto de la Plaza de Lugo, en el que poca gente se atrevía a cruzar en diagonal por motivos obvios.
La idea ha despertado todo tipo de chanzas, pero alerta sobre todo respecto al disparate cometido en la zona, donde unos metros más adelante, ante la iglesia de Santa Lucía, se ha dispuesto un embudo para que los dos carriles, que hay antes y después del semáforo ubicado ante el templo, se conviertan en ese punto en sólo uno. La ubicación de unos agresivos bancos de piedra en los que nadie se siente sirve para delimitar el cuello de botella.
“Está desatado y ahora juega a urbanista con las calles de la ciudad. Todo esto puede salirle muy caro a partido”, explica un integrante de la agrupación socialista local, donde cada vez son más los correligionarios que no dan crédito a ciertas decisiones de Inés Rey y sus pretorianos, más allá de las discrepancias que separan a un partido dividido. Mientras tanto, Dinís sigue a lo suyo. Y en el fondo lo que hace es convertir las tan necesarias peatonalizaciones en un pastiche que da alas a quienes las niegan.