No fue la mejor de las mañanas para Inés Rey que sintió, íntimamente, que había caído en uno de los mayores ridículos de su tiempo como alcaldesa y justo el día en el que cumplía tres años desde su toma de posesión. Así comenzó el día, con una publicación en twitter, para glosar lo que escribió aquel día en la página 253 del libro de oro del Ayuntamiento de A Coruña. “Facemos historia rompendo un teito de cristal”, apuntaba. Tres años después hizo historia al convocar a la corporación para ampliar 800.000 euros de capital en la empresa municipal de vivienda y servicios y no ser capaz de congregar a quienes iban a votar a favor de sus postulados.
La reacción tras el fiasco fue dramática. Rey entró en crisis y la bronca y los gritos fueron de tal calibre que pocos recordaban algo así, más que nada porque algunos reproches salpicaron a los que ella supone responsables de coordinar esa situación. Y ahí, a la cabeza, estaba el portavoz José Manuel Lage Tuñas, al que tantas veces se identifica como mandamás en el Concello, pero que tuvo que capear las desconcertadas andanadas de una alcaldesa que disparaba a todo lo que se movía.
El brete en el que se vieron los prebostes socialistas en el ayuntamiento fue tal que alguien atinó a buscar una solución lo más inmediata posible con la esperanza, imposible, de que todo quede en un borrón lo más transitorio posible. Así que de inmediato se decidió volver a convocar la Junta de Accionistas de Emvsa en apenas 24 horas. Un segundo intento que llega para aprobar una pírrica ampliación de capital y al menos tratar de poner en marcha el polideportivo de O Castrillón, ya acabado y a la espera de equipamiento, y nutrir la bolsa municipal de vivienda.
Tras decidir la convocatoria alguien cayó en la cuenta de que era preciso asegurarse, al menos está vez sí, de que habría votos para aprobar el plan. Y ahí volvieron los gritos.
El BNG ya había advertido de que “por sentido da responsabilidade” podrían transitar desde su anunciada abstención al voto positivo. El PP tampoco se cerró a un diálogo para hacer lo propio. Ambos partidos lo único que piden es dotar con más dinero a Emvsa. Pero tras el primer ridículo, Inés Rey intenta contra el reloj y tras una nueva convocatoria con su firma, de evitar el segundo. Se trata, ni más ni menos, de que la alcaldesa consiga juntar a su gobierno y a sus aliados para votar todos lo mismo.
En esas anda el ayuntamiento de A Coruña. En encontrar una explicación a que el edil Jesús Celemín no se diese por enterado de la convocatoria a pesar de que numerosos medios de comunicación la anunciaban como un trámite. O en traer de vuelta con la mayor urgencia posible a la concejala Esther Fontán, que se encontraba en un viaje de trabajo en Madrid.
A Mónica Martínez será más fácil reclutarla horas después de que el Concello decidiese recurrir la anulación de su nombramiento por la Justicia. Con Alberto Lema, el estajanovista edil de Marea, lo tienen más complicado porque disfruta de sus vacaciones tras unos intensos meses de trabajo en Ayuntamiento y Diputación en los que incluso encontró tiempo para escribir un galardonado libro. Normal que descanse. Tampoco las relaciones de Rey y Lage con sus socios de Marea pasan por su mejor momento tras plasmarse el recurso que sostiene a Mónica Martínez en el gobierno local.
Así las cosas, los socialistas se aplican a la suma que este miércoles no les salió. Precisan 14 votos. No sólo ha quedado claro que son 9 y mal avenidos sino que también tienen problemas para juntarse. Con la edil de deportes serían 10 y con los cuatro concejales de Marea Atlántica presentes en la ciudad llegarían a la mayoría. Falta que Celemín mire el whatsapp y que la niebla no impida que Fontán se presente este jueves en María Pita. Esta vez, al menos, los gritos no se los llevó ella.