Llegó el temporal y la basura se ha esparcido por las calles de A Coruña, que ofrecen una impresión tercermundista. No es un problema nuevo, por más que desde su púlpito en María Pita la alcaldesa quiera transmitir el mensaje de que están tratando de resolver la cuestión. Lo único evidente es que en cinco años no ha solucionado un problema tan evidente como recurrente. El panorama se completa con una revuelta ciudadana en Monte Alto, corazón de la ciudad en el que la gente pide, nada menos, que vivir y trabajar con seguridad y sosiego. Ni ayuntamiento ni los delegados de Pedro Sánchez en la ciudad se lo garantizan. Y es más: tanto Inés Rey como María Rivas han salido en público a señalar a los que se quejan y reclaman lo más elemental: que sus gobernantes trabajen para ellos.
En este punto cabe preguntarse para quien trabajan tanto Rey como Rivas. Este mes, desde luego, están en comisión de servicios tanto para Besteiro como para Sánchez. Mientras el pasado martes Monte Alto ardía, la alcaldesa estaba subida en un estrado pidiendo el voto en las elecciones autonómicas para el expresidente de la Diputación de Lugo y efímero delegado gubernamental.
¿A quién defiende Inés Rey? ¿A los vecinos de Monte Alto? ¿A los coruñeses que esperan que los 48 millones anuales que sufragan para sus calles estén limpias ofrezcan algún resultado?
El gobierno socialista lleva casi cinco años al mando en A Coruña. Ahora sostenido por el BNG, que ya no tiene reclamaciones sobre la falta de limpieza en las calles como las tenía hace un año. Durante cuatro años fueron incapaces de sacar adelante un contrato del servicio de recogida de basura que normalizase la situación. Cuando lo hicieron se encontraron con que era ilegal. Rey apunta que “es una oportunidad”. El desastre se completa con la incapacidad de regularizar la gestión de la planta de residuos de Nostián. Mientras tanto se paga por unos servicios que no se ofrecen o se ofrecen de manera deficiente.
La seguridad era para Inés Rey un problema de sensaciones. Ahora ya estamos ante un clamor ciudadano. “Mi pregunta es por qué llegamos a esta situación. Lo que hay es inacción del ayuntamiento y también de la delegación del Gobierno. Los vecinos llevan meses protestando y fruto de esa desesperación convocaron la cacerolada que derivó en lo que todos conocemos. Busquemos el porqué, no culpemos a quien no tiene la culpa”, apunta Miguel Lorenzo, portavoz de la oposición, que clama porque la alcaldesa “no está en la calle”. Yo sí estuve con los vecinos, solo y varios días, hablando con ellos y me contaron la situación que viven cada día y están muy cansados y muy desesperados porque no se hace nada. Inés Rey no escucha a los vecinos. La alcaldesa no fue por el barrio a preguntarles qué pasa. Claro, si no les preguntas y no vas al barrio y no les das respuesta a sus problemas, ocurren este tipo de situaciones”, concluye Lorenzo.