«No pasa nada, dentro de dos días nadie se acordará de esto». La poco original frase es obra de Emma Cid, ascendida a directora de Comunicación de Inés Rey tras salir defenestrado Hugo Hernández, el anterior titular de la plaza con cargo de jefe de prensa. Y Cid suele aplicarla habitualmente con escaso acierto. Lo mismo recuerdan algunos que dijo de la polémica compra de los sofás por parte de Méndez Romeu que acabó convirtiéndose en una de las pesadillas de Emilio Pérez Touriño.
La frase en cuestión fue una de las más repetidas este martes por la mañana por los pasillos y salones de María Pita. Tras la noticia adelantada poco antes de la medianoche del lunes al martes por diSÍNoticias, el palacio municipal se convirtió en un hervidero de idas y venidas. Hasta José Manuel Lage Tuñas recuperó su plaza de aparcamiento gratuita en el lateral del Ayuntamiento a primera hora de la mañana.
Inés Rey llegó más tarde, porque las prisas no son buenas consejeras. Para entonces, la esperaba ya su núcleo duro, que parece más el de su segundo que el suyo: Emma Cid, Lage Tuñas, Gonzalo Castro, Eduardo Eiroa y algún otro asesor esperaban explicaciones y unificar el mensaje a transmitir tras la abrupta salida del policoncejal Villoslada.
Intento vano. El mensaje fue, como siempre, culpar al mensajero e intentar tapar con una cortina de humo, en esto caso los presupuestos (la convocatoria a la oposición con apenas unos minutos lo demuestra) para intentar frenar el huracán.
A media mañana se produjo otra reunión con los asesores del PSOE. Inés Rey sacó algo de pecho por su escuálida victoria en las primarias y apenas se refirió a la salida de Villoslada. «Yo sufrí…» fueron las palabras más repetidas, pero ni un guiño a su antiguo colaborador.
Con el paso de las horas empezaron a trascender las verdaderas causas de la salida del que fue uno de los más cercanos colaboradores de Inés Rey y del que se acabó distanciado hasta el punto de negarse a recibirlo a solas en las horas previas a que trascendiera la dimisión.
El que fuera responsable de Urbanismo había sufrido numerosas afrentas en los últimos dos años. Poco le importó ya quedarse fuera de la lista de la alcaldesa para el asalto a la ejecutiva local. La vida orgánica que apasiona a sus verdugos poco le importa a él. Su realidad es bien distinta. Es funcionario en el Ayuntamiento, con plaza de jefe de servicio y el máximo nivel retributivo consolidado, lo que le garantiza un plácido nivel de vida sin sobresaltos.
Afrentas a Villoslada
Pero Villoslada se hartó de ser humillado por Lage y sus colaboradores. Las afrentas son innumerables. Van solo unos pocos ejemplos: especialmente llamativo fue el empeño de Lage Tuñas por retirarle todos los poderes de contratación a la que debería ser el área más inversora del Ayuntamiento, algo que hizo con la anuencia de Inés Rey.
No menos sorprendente era ver al propio Lage contestando preguntas de la oposición en los plenos sobre cuestiones de infraestructuras o urbanismo, ambas competencia de Villoslada.
Especialmente molesto para el dimisionario era el ninguneo en las relaciones con la Xunta. Mientras él se afanaba en alcanzar acuerdos para desbloquear los grandes proyectos de la ciudad (la intermodal, los terrenos portuarios, el CHUAC….), desde el entorno de la alcaldesa se torpedeaban esas iniciativas en busca de un perfil de choque a lo Abel Caballero que nunca podrá alcanzar la alcaldesa. Y menos aún su mano derecha.
Por los pasillos de la sede de Urbanismo en Indalecio Prieto también se habla de algunas firmas polémicas que pueden traer consecuencias judiciales y que Juan Díaz Villoslada no parecía dispuesto a seguir asumiendo. Por ejemplo, la extraña subrogación de los trabajadores del aparcamiento de la plaza de Luis Seoane, municipalizado por abandono de la concesionaria.
Tampoco se encontraba a gusto Villoslada con su teórico asesor de confianza, Fran Dinís Díaz Gallego, completamente enfrentado a buena parte del equipo de la concejalía y con una permanente intervención en todos los asuntos con el único argumento de su condición de arquitecto titulado. Dinís ya puenteaba a Villoslada desde el comienzo del mandato, pero en los últimos ya solo dedicaba su tiempo (y su twitter) a hacerle la pelota a Inés Rey y a Lage Tuñas.
Así, casi tres años después, Juan Díaz Villoslada, que ya fue el hombre fuerte del Ayuntamiento en la época de Javier Losada como alcalde, optó por recoger sus bártulos y regresar a su puesto de funcionario más que bien remunerado.
Inés Rey ya queda un poco más sola. Y el siguiente objetivo del poder real ya tiene nombre y apellidos.
Pero eso ya será otro día.